La Paz, Baja California Sur (México) – No existe en el mundo de las mariposas una migración tan admirable como la que realizan cada año, de ida y regreso, la especie Monarca entre el sur de Canadá y México.
A finales de este mes de marzo, miles de mariposas Monarca terminarán su periodo de hibernación y reproducción de casi cinco meses en los bosques del estado de Michoacán (México) e iniciarán el largo viaje de regreso hacia el norte.
Foto Peter Miller – Creative Commons
Hay dos rutas de migraciones. La del oeste, que desde la cordillera de las montañas Rocosas (en Canadá y Estados Unidos), llega a la costa del Pacífico de Estados Unidos y baja hasta el estado de California.
La otra, la del este y la más numerosa e importante, que sale, huyendo del frio en octubre, entre las Rocosas y los Grande Lagos (en la frontera entre Canadá y Estados Unidos).
Y tras sobrevolar el noreste de Estados Unidos y Cuba, llegan a Michoacán, y también al estado de México, donde les esperan seis santuarios protegidos de biósfera y bosques llenos de árboles oyamel (abeto), pino y cedro.
Foto Corbis
Es una zona natural de ecosistema y clima primaveral ideal, para su hibernación, maduración sexual y apareamiento. Y situado a más de 2,700 metros sobre el nivel del mar.
En la península de Baja California, he admirado otra migración igual de fascinante: la de las golondrinas cada año desde la Misión-Iglesia de San Juan Capistrano (California), situada entre Los Ángeles y San Diego, a Argentina, cada año, ida y vuelta. Unos 9,600 kilómetros, solo de ida, en un mes.
Foto Avesdelnea.blogspot.com
En su ruta oriental, las mariposas Monarca vuelan a baja altura, en colonias de millones, unos 4,200 kilómetros, solo de ida. Para ganar tiempo y esfuerzo, aprovechan las corrientes de viento que se originan en las cañadas y cañones.
Y evitando, sobre todo, las aves depredadoras. Pero en los santuarios mexicanos, estas se dan un botín cada año, con miles de Monarcas en sus picos.
Las mariposas Monarca tienen el nombre científico de “danaus plexippus Linneo”. Se les reconoce por su vistoso color naranja y negro.
Foto David R. Weaver
Estas mariposas navegan principalmente mediante el uso de una especie de brújula que depende de la luz solar y un reloj circadiano (biológico), integrado en las antenas.
Su existencia es muy efímera. Las no migrantes, no más de un mes. Las qué si emigran, de unos seis a ocho meses. Por eso, algunas no hacen el viaje de regreso.
