La futbolista colombiana María del Carmen Rodallega fue registrada el pasado martes al dominar un balón, durante un entrenamiento en su casa, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán Jr.

Bogotá – La incertidumbre para las futbolistas colombianas es absoluta: hoy ven y escuchan en las noticias cómo se habla de protocolos e iniciativas para el reinicio de la liga masculina, mientras que la realización de su torneo, que incluso antes de la pandemia estuvo en entredicho, es un misterio.

«Somos muchas jugadoras que vivimos del fútbol y muchas familias también dependen de lo que trabajemos. Entonces creo que no nos pueden dejar a un lado. Sabemos que cuando hay presupuesto para el masculino hay presupuesto para el femenino», dice a Efe Carmen Rodallega, mundialista en Alemania 2011 con la selección colombiana.

La lateral de 36 años, campeona de la Copa Libertadores de 2018 con el Atlético Huila, hoy se entrena junto con su hija María del Carmen, con el Deportivo Cali, que ha organizado sesiones virtuales en las que ambas utilizan ladrillos, botellas llenas de agua e incluso los muebles de su casa para mantenerse en forma.

Al igual que la mayoría de sus colegas en el país, iba a firmar contrato la última semana de marzo cuando comenzó la cuarentena para combatir el coronavirus y por eso no lo pudo hacer y por tanto no está devengando salario.

«No pudimos entrenarnos ni ir a la sede del club a firmar el contrato. Fue algo duro porque sabíamos que si hubiéramos firmado estaríamos mejor. Pero bueno, fue algo que pasó, lo tuvimos que asumir y esperamos que cuando podamos reiniciar entrenamientos podamos firmar», lamenta la experimentada defensora, que también disputó los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Madre e hija, dedicadas ciento por ciento al fútbol, viven días duros porque no tienen otra forma de conseguir dinero. Los únicos alivios les llegan a través del Deportivo Cali y de la Escuela Sarmiento Lora, que les ayudan con mercados, y de sus familiares, que les colaboran financieramente.

No obstante dice: «Sé que de pronto muchas jugadoras están en una situación que es más crítica y esto nos compete a todos. No solamente las jugadoras nos hemos visto afectadas, sino también las personas que hacen parte del medio del fútbol, como entrenadores de escuelas de formación, que deben tener una afectación muy compleja».

La Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) denunció a comienzos de abril que de los 18 equipos que tienen previsto participar en la liga femenina de 2020 solo 4 (América de Cali, Atlético Nacional, Independiente Santa Fe y Junior) «arrancaron sus labores con un contrato en firme».

Pese a ello, la Acolfutpro lamentó que «un porcentaje considerable (de contratos) se firmaron por un salario mínimo», que hoy en Colombia es de 877.803 pesos mensuales (unos 230 dólares).

En su defensa, el presidente del Atlético Nacional, Juan David Pérez, dijo en Instagram Live que el club ha hecho «un esfuerzo importante por mantener el proyecto, por tratar de cumplirles también a nuestras jugadoras profesionales porque de eso se trata, no es solamente el equipo masculino».

Entre tanto, el gerente deportivo de Independiente Medellín, Juan Bernardo Valencia, manifestó que ya tiene listo el convenio con el club Formas Íntimas para continuar colaborando pero el tema está en veremos porque la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) aún no decide qué pasará con la liga femenina.

«Hay mucha incertidumbre en temas como cuándo se va a jugar, cómo se va a jugar, cómo serán nuestros contratos, cómo serán nuestros salarios, si van a bajar, a mantenerse o a subir», asegura a Efe, por su parte, la guardameta Sandra Sepúlveda, compañera de Rodallega en el Mundial 2011 y que también estuvo en la copa de Canadá 2015.

«Sencillamente estamos a la espera, entrenándonos en casa, con esperanza de que en septiembre o diciembre se pueda realizar la liga», agrega Sepúlveda, con 24 años de carrera y que en 2019 jugó con el Independiente Medellín, pero hoy está sin equipo porque «había varias propuestas que por la pandemia se quedaron congeladas».

Pese a la crisis que se vive por el coronavirus, la portera, también exjugadora del Maccabi Kiryat Gat de Israel y del Junior, considera que las jugadoras colombianas siguen «firmes y seguras» con el progreso del fútbol femenino, que tomó impulso el año pasado en el país tras las denuncias de acoso laboral en la selección colombiana en los últimos años.

«Vamos a seguir dando pasos hacia adelante. Tenemos muchos ejemplos, vimos lo que pasó y lo que vivimos. Tenemos un punto desde donde arrancar y vamos a seguir avanzando, el mes que sea que vaya arrancar la liga o cuando nos den espacio para entrenar y pensar en el torneo como tal», asegura Sepúlveda.

Desde que hicieron la denuncia de las pésimas condiciones laborales con la selección colombiana, las futbolistas han ganado más espacio en el país y su presión facilitó la realización de la liga de 2019, que ganó el América de Cali.

Para seguir su lucha crearon, en abril del año pasado, la Asociación de Futbolistas Colombianas (AFUTCOL), que está ayudando en estos días de pandemia a las jugadoras aficionadas.

«Entregamos 30 mercados en Barranquilla y 30 mercados en Armenia. Estamos proyectando para seguir por todo el país porque hay muchas jugadoras que están afectadas, familias a las que les está dando muy duro este momento, y es importante esta labor social y poder ayudarlas», expresa.

Durante estos días también han ganado apoyos como el del exportero Óscar Córdoba, ídolo del Boca Juniors y padre de la guardameta Vanessa Córdoba, que criticó que futbolistas como James Rodríguez, Falcao García y Yerry Mina no respalden las peticiones de sus colegas.

«Me duele que jugadores como Falcao, como James, como Mina, nunca se pronuncian con relación a nuestro fútbol femenino, eso me duele mucho. Ellos son referentes y le pueden marcar el camino a mucha gente que todavía no se decide», manifestó Córdoba el mes pasado a Caracol Radio.

En opinión de Sepúlveda, la lejanía entre las estrellas de la selección masculina y las de la femenina obedece a que nunca han estado cerca, ni conocen la historia de sus compañeras.

«Si a ellos les ha tocado luchar y les ha tocado difícil, a nosotras nos ha tocado el doble. Ellos no saben qué tan difícil ha sido para nosotras. En el autobús del fútbol femenino se monta el que quiere, el que quiere aportar, el que quiere ayudar, el que quiere verlo crecer», concluye.