Adís Abeba- La guerra entre Etiopía y Tigray se convirtió este sábado en un conflicto internacional después de que fuerzas tigriñas atacaran anoche Asmara, capital de Eritrea y gran aliado de Adís Abeba en el Cuerno de África; suscitando temores de que Sudán podría ser la siguiente potencia en involucrarse.
«Las Fuerzas de Defensa de (la región norteña etíope de) Tigray han golpeado instalaciones en Eritrea, incluido el aeropuerto de (la capital) Asmara, usadas para perpetrar ataques en Tigray», confirmó hoy vía Twitter el portavoz del Frente de Liberación de Tigray (TPLF), Getachew Reda, sin aportar más detalles sobre lo sucedido.
Radio Erena, emisora de la diáspora eritrea con base en París y simpatizante de la oposición, reportó anoche un total de «cuatro explosiones» en Asmara, según los testimonios de residentes, sin llegar a confirmar víctimas mortales.
Eritrea, dirigido desde su independencia de Etiopía en 1991 por el presidente Isaias Afwerki, es uno de los regímenes más herméticos y represivos del mundo, situación que se suma al apagón informativo provocado en Tigray por el Gobierno etíope, que desde el inicio de esta ofensiva ha interrumpido las telecomunicaciones y el acceso a internet.
«Este conflicto está escalando rápidamente. Ya no se trata de una guerra interna en Etiopía, ahora es una guerra internacional con las fuerzas de Tigray luchando contra Eritrea en múltiples frentes», confirmó hoy a Efe el subdirector para África del International Crisis Group (ICG), Dino Mahtani.
«Los ataques con misiles del TPLF en la capital de Eritrea, así como en la región (etíope) de Amhara desde donde se lanzó la intervención militar federal contra Tigray, indican a su vez una aceleración de la campaña militar en la región», continuó Mahtani.
Este sábado, el TPLF reconoció haber lanzado cohetes contra los aeródromos de Gondar y Bahar Dir, esta última, capital regional del colindante estado etíope de Amhara, extrapolando este conflicto por primera vez fuera de los límites de Tigray.
Según confirmaron a Efe fuentes médicas, al menos 10 soldados murieron y otros 20 resultaron heridos en el ataque contra el aeropuerto de Gondar, usado tanto por aviones militares como civiles.
«Etiopía prevalecerá»
Por su parte, el primer ministro etíope Abiy Ahmed advirtió hoy en un comunicado que su país «está más que capacitado» para lograr «por sí mismo» los objetivos militares previstos para Tigray, región a la que declaró la guerra el pasado día 4 tras acusar al TPLF de haber atacado mortalmente una base militar federal.
«Nuestra campaña en la región de Tigray para defender el Estado de derecho está progresando bien. La justicia prevalecerá. Etiopía prevalecerá», añadió el Premio Nobel de la Paz en 2019, de madre amhara y padre oromo, y quien tomó el poder en 2018 tras casi tres décadas de dominio del TPLF.
Según fuentes del Gobierno etíope y tigriña citadas por la revista estadounidense Foreign Policy, al menos la mitad de las tropas federales del Comando Norte se han aliado a la lucha del TPLF; mientras que una cuarta parte (leales a Abiy y en su mayoría amharas) ha huido a Eritrea y el resto se ha negado a combatir.
«Una parte importante del Ejército nacional etíope, el Comando Norte con base en Tigray, ha desertado o caído en manos del TPLF», confirmó Mahtani, quien teme que el vecino Sudán sea el próximo en ser «arrastrado» al conflicto, pese a que tanto Eritrea como el TPLF «cuentan con lealtades» entre diferentes comunidades nómadas del este sudanés.
Sudán podría, a su vez, presionar a Etiopía y amenazar con permitir el paso de munición y alimentos a Tigray -a través de las provincias fronterizas de Kassala y Gadaref- si Adís Abeba no accede a negociar sobre el disputado triángulo de Fashqa, que se extiende a lo largo de la frontera etíope con Amhara y que Sudán reclama desde hace décadas.
25.000 refugiados
Estos combates armados ya han causado cientos de víctimas mortales a ambos lados del conflicto, además de una «masacre» de civiles en Mai-Kadra denunciada hace tres días por Amnistía Internacional que, una vez investigada, constituiría «un crimen de guerra», de acuerdo con la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
En total, en estos once días de ofensiva, al menos 25.000 etíopes se han visto obligados a huir al este de Sudán, según datos de la agencia de refugiados de este país, en un conflicto que podría desestabilizar un ya vulnerable Cuerno de África.
Diversas organizaciones y oenegés alertan sobre la creciente crisis humanitaria que se cierne sobre un bloqueado Tigray, e instan a todas las partes implicadas a permitir que tanto civiles como refugiados reciban aliento y atención médica.
«La única salida es que Abiy y los tigriña acuerden un alto al fuego y que el Gobierno etíope acceda no solo a negociar con Tigray, sino que garantice un diálogo nacional y exhaustivo a fin de abordar los complejos problemas de transición (que padece) Etiopía», sentenció Mahtani.