Tegucigalpa – La violencia y la pobreza que azotan a Honduras impulsa a miles de personas a cruzar ilegalmente a EE.UU., país que junto a México ha deportado este año a más de 73,000 hondureños, quienes se enfrentan al deseo de quedarse en casa o emprender de nuevo el viaje para conseguir una mejor vida.
En la zona urbana «la violencia es una de las principales causas de la emigración, y a nivel rural tiene que ver con las oportunidades laborales y los bajos ingresos», dijo este miércoles a Efe el director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) Honduras, Rolando Sierra.
Según datos del Instituto Nacional de Migración de Honduras (INM), un total de 73.146 hondureños han sido deportados a su país desde Estados Unidos y México, una cifra que supera a los 67.068 retornados desde esos países en todo 2021.
El número de hondureños que emigran ha aumentado en los últimos años y eso evidencia de que para estas personas la migración irregular es «la única alternativa» frente a las crisis que atraviesa el país y el deterioro de las condiciones de vida, indicó Sierra.
Insistió en que los principales motivos que impulsan los deseos de emigrar son la inseguridad persistente y la disminución del poder de compra de la población.
Otras causas son la falta de empleo, el impacto de la crisis climática y la reunificación familiar, principalmente en el caso de los menores de edad.
Estos factores son la razón de que el 56 % de los hondureños quiera emigrar, lo que representa que las personas están «intentando cada vez más emigrar y por eso aumenta el número de deportaciones», agregó.
MÉXICO, UNA BARRERA PARA INMIGRANTES
México se ha convertido en los últimos tiempos en «una barrera» para los inmigrantes que intentan llegar a Estados Unidos, afirmó el experto hondureño.
Solo las autoridades mexicanas han deportado este año a 38.501 hondureños, lo que evidencia que «no ha habido cambios» en las políticas migratorias, pues «siguen siendo de control y detención de los migrantes irregulares», destacó.
Pese a una política mexicana dirigida a frenar la inmigración irregular y los peligros del viaje, añade Sierra, el 35 % de los hondureños retornados piensa en volver a emigrar y el deseo es mayor entre los más jóvenes.
No obstante, un 30 % de los retornados desea rehacer su vida en Honduras, mientras que al otro 35 % no le interesa migrar ni buscar oportunidades en su país, según estudios citados por el director de Flacso.
Dijo además que Honduras es un país «expulsor de personas», lo que las autoridades reconocen, y carece de una «estrategia nacional» para lograr la reinserción laboral de los retornados.
Sierra lamentó que la Ley de Protección al Migrante Retornado plantee solo que los menores de edad puedan reinsertarse al sistema educativo, pero no contempla proyectos para reintegrar a los adultos al mercado laboral.
Desde octubre de 2018 han salido varias caravanas con miles de centroamericanos, la mayoría hondureños, con el propósito de llegar a Estados Unidos, donde viven más de un millón de connacionales, entre legales e ilegales.
NIÑEZ TAMBIÉN OBLIGADA A MIGRAR
En los últimos años, miles de niñas y niños de Honduras también se han visto obligados a migrar a causa de «la gran desigualdad social y la pobreza extrema» que afectan al país centroamericano, dijo a Efe el coordinador de la Red de Instituciones por los Derechos de la Niñez (Coiproden), Wilmer Vásquez.
Según cifras oficiales, más de 19.000 niñas, niños y adolescentes, muchos de ellos no acompañados, han retornado a Honduras en lo que va de 2022.
Los niños y niñas que viajan solos se enfrentan a varios peligros en su ruta hacia EE.UU., indicó Vásquez, quien instó al Estado a garantizar la protección y los derechos de la niñez.
Cifras oficiales dan cuenta de que los que viven en el exterior, principalmente en Estados Unidos, envían remesas familiares que superan al año los 4.000 millones de dólares.
El activista coincidió con Sierra subrayando que Honduras es un país de expulsión, pero también de tránsito de inmigrantes de América del Sur y el Caribe.