Tegucigalpa – La iniciativa de aumentar la próxima semana la cantidad de gente que pueda circular en Honduras representa un riesgo porque la pandemia de COVID-19 sigue en alza, advirtió este sábado la socióloga y exrectora de la Universidad Nacional Autónoma del país (Unah) Julieta Castellanos.

«Creo que a seis meses después de la pandemia sí hay un riesgo y las autoridades están conscientes de ese riesgo», dijo Castellanos a Efe en Tegucigalpa.

Hasta ahora las personas han venido circulando a partir del último dígito de su carné de identidad, o pasaporte, los extranjeros, mientras que la reactivación económica se le ha autorizado de manera gradual a pocas empresas, entre pequeñas, medianas y grandes, con un 20 por ciento de su personal.

Castellanos indicó que ahora es difícil hacer una mejor valoración sobre el control de la pandemia, porque se dispone de muy pocos indicadores oficiales, solamente los casos de contagios, hospitalizados, pacientes en unidades de cuidados intensivos y los muertos que trascienden a diario en los hospitales.

La pandemia de COVID-19 en Honduras ha dejado 2.146 muertos y 70.611 contagiados, según el estatal Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager).

Con los pocos datos oficiales, «lo que tenemos es incertidumbre para la próxima semana, porque el porcentaje de positivos está muy alto como para sacar a la gente», dijo Castellanos, quien cuando fue rectora de la Unah conoció el funcionamiento del Hospital Escuela de Tegucigalpa, el más importante del país, que por varios años estuvo adscrito a la máxima casa de estudios.

MÁS GENTE EN LAS CALLES Y REACTIVACIÓN ECONÓMICA

Luego de los resultados de la primera fase de la reactivación económica, que comenzó entre finales de julio e inicios de agosto después de un largo confinamiento por la COVID-19, el viernes trascendió, aunque no ha sido oficializado por el Sinager, que a partir del lunes se aumentará la cantidad de personas que podrán circular a nivel nacional, de acuerdo ahora con los últimos dos dígitos de su documento.

Según lo que ha trascendido, a partir del lunes circularán, por ejemplo, los dígitos terminados en 1 y 2, y la reactivación de la economía pasará a la «fase dos», aunque hay al menos 28 municipios que, por la alta incidencia de casos con COVID-19, siguen estancados en la «fase cero» y claman por la reapertura económica.

Además, el lunes abrirán, con atención directa al público, 30 restaurantes de Tegucigalpa y 30 de San Pedro Sula, las dos ciudades más importantes del país, bajo rigurosas medidas sanitarias.

La mayor parte de la gente, principalmente la de la economía informal, sale a diario porque tiene necesidad de trabajar para llevar un ingreso a la familia, señaló la socióloga hondureña.

AHORA SE CONOCE MÁS DEL VIRUS

Castellanos considera que, aunque por los informes oficiales, la cifra de muertos pareciera que va en descenso, debería preocupar el hecho de que los casos de contagios que a diario registra el Sinager «son altos», en muchas ocasiones hasta del 50 % de las pruebas procesadas, que siguen siendo pocas.

Las pruebas de laboratorio apenas superan las 1.000, cuando se deberían practicar al menos 3.000 diarias, según fuentes médicas.

La socióloga dijo que con más gente circulando, muchos sin mascarillas, el riesgo de contagiarse es mayor, por lo que a partir de la primera semana de octubre el panorama que se vislumbra es que puede haber una elevación de la curva de la pandemia.

En lo que respecta a la economía, «se está volviendo impostergable abrir» porque, además, «la fase en que el Gobierno entregaba alimentos -a familias pobres- se está agotando, según fuentes oficiales», subrayó la profesional hondureña.

Del mortal virus, Castellanos expresó que ahora la gente conoce más, en marzo era algo expectante.

«Hoy se sabe más y eso ha generado confianza en abrir con algunas medidas de seguridad», indicó la ex rectora universitaria.

Otro aspecto que hace aparentar una «normalidad» en Honduras es que ha vuelto la violencia criminal, en muchos casos con masacres, acotó Julieta Castellanos.

Antes de la pandemia, Honduras, uno de los países con mayores índices de criminalidad, registraba un promedio de diez a trece muertes violentas diarias.