Karines Reyes fue electa a la Asamblea del estado de Nueva York en 2019. Hoy, esta política de origen dominicano se ha vuelto a poner su uniforme de enfermera para atender pacientes de COVID-19 en El Bronx, condado de mayoría latina que la eligió y que está siendo duramente golpeado por la pandemia. EFE/Archivo

Nueva York – Karines Reyes fue electa a la Asamblea del estado de Nueva York en 2019. Hoy, esta política de origen dominicano se ha vuelto a poner su uniforme de enfermera para atender pacientes de COVID-19 en El Bronx, condado de mayoría latina que la eligió y que está siendo duramente golpeado por la pandemia.

Como hizo antes cuando un terremoto devastó Haití en 2010 o cuando el huracán María destruyó a Puerto Rico en 2017, Reyes ha vuelto a estar en primera línea de servicio como enfermera, esta vez por la propagación de la COVID-19 en Nueva York.

Reyes, que emigró a la Gran Manzana junto a su madre dominicana cuando tenía seis años, no trabajaba como enfermera desde enero del año pasado, cuando asumió su cargo como asambleísta, pero ante el receso de la legislatura, el amor por su profesión y la necesidad de trabajadores sanitarios por el azote sin piedad de la pandemia, dio nuevamente un paso al frente.

Aunque el riesgo de contagio por el virus está presente entre el personal sanitario, Reyes señala a Efe que la suya es una profesión en la que siempre se está en un cierto peligro aunque, reconoce, no hay nada como esta pandemia.

«TODO EL MUNDO TIENE MIEDO A ENFERMARSE»

Reyes está convencida de que la mejor manera de servir a su comunidad es usando su entrenamiento como enfermera para ayudar a los enfermos en El Bronx.

Destaca además que, aunque «todo el mundo tiene miedo a enfermarse», no tiene condiciones subyacentes y su octogenaria abuela, vulnerable por su edad al contagio, ya no vive con ella.

El coronavirus ya se ha cobrado la vida de más de 19.000 personas en el estado de Nueva York, según los datos de la Universidad Johns Hopkins, pero esta enfermera recuerda que es un riesgo ligado a la profesión.

«En mi carrera como enfermera ha habido muchos instantes en que una se siente expuesta a contraer mucha cosas. No es una preocupación nueva», dice esta política demócrata, para recordar que es algo que saben que tienen que enfrentar cuando deciden que es la carrera que quieren seguir.

Reyes, que trabaja en la zona donde están los pacientes que requieren intubación, recuerda que esa área, al igual que en la de sala de urgencias, es como una zona de guerra «donde oyes 10 o 15 veces llamadas de urgencia» y es agotador física y emocionalmente.

AGOTADA FÍSICA Y EMOCIONALMENTE

«Al todo el mundo estar aislado y tener tanto equipo protector puesto, uno se siente sofocado, cansa, agota, no sólo física sino emocionalmente. Que tengas que entubar uno o dos pacientes en cada turno, que se te muera uno en casi cada turno, como que todos los días son iguales, eso es muy fuera de lo común, asusta», aseguró Reyes.

Reyes, madre de dos varones a quienes no ve desde principios de marzo cuando los envió con su madre a la Florida, no puede desligarse de lo que ocurre con sus pacientes al regresar a casa.

«Uno durmiendo piensa en qué pudo haber hecho diferente porque todas las enfermeras piensan igual, los médicos, los profesionales de la salud», afirma Reyes, que trabaja cuando la necesitan pero en estos días «siempre me necesitan».

«Cuando tienes un paciente que se te muere, o le da un paro cardíaco, una situación de emergencia, siempre piensas qué podías haber hecho diferente. Lo que pasa es que en estas circunstancias, es muy poco lo que puedes hacer. A veces te sientes un poco inútil», asegura.

Aunque su carrera, como enfermera oncóloga, le ha enfrentado a muchas situaciones difíciles, admite que enfrentar esta pandemia le ha arrancado lágrimas.

MOMENTOS DE DESESPERACIÓN

«Las veces que he llorado no es cuando se muere alguien o cuando estamos tratando de salvar una vida. En ese momento la adrenalina no te deja sentirte así. Los momentos más tristes han sido con los pacientes que hay que intubar y los oyes hablando con su familia, todas las cosas lindas que les tienen que decir», señala.

«Pero -lamenta- oyes el temor de la gente al otro lado (del teléfono), que no saben qué va a pasar con ellos, si los van a volver a ver y no pueden estar ahí en ese instante y ahí uno no puede hacer mas que llorar».

Asegura que durante la pandemia cada día parece ser el peor. También que se siente más tranquila tras haber enviado a sus hijos con su madre porque muchas de sus compañeras que tienen niños «no han vuelto a sus hogares» para no contagiarles.

«Nunca había experimentado turnos de enfermera como los que estoy experimentando ahora. Nunca había tenido tanta gente que se muere a la vez, tantas personas que hay que asistir, intubarlos, paros cardíacos. Nunca había vivido algo así. Entonces uno piensa todos los días que posiblemente sea el peor, cómo el de hoy va a ser peor que el de ayer».

Reyes, que también defendió los derechos de sus colegas desde la Asociación de Enfermeras a la que dedicó dos años, dijo además que dejó su carrera para buscar un escaño en la Asamblea porque quería llevar «una perspectiva diferente, que no fuera la de un abogado, de un hombre», sino la de una mujer inmigrante, «que ha vivido una experiencia muy diferente a la de otros oficiales electos pero muy común a la gente que represento».