Un grupo de periodistas europeos participaba en el minuto de silencio dedicado a la memoria de la periodista maltesa Daphne Caruana, asesinada en un coche bomba en Malta, en Bruselas (Bélgica). EFE/ Olivier Hoslet/Archivo

París – El pasado año 56 periodistas fueron asesinados en el mundo, la cifra más baja en más de una década, lo que supuso una rebaja de casi la mitad respecto a los 99 de 2018, según la contabilidad de la Unesco presentada este lunes.

Latinoamérica y el Caribe concentraron 22 de esos asesinatos, y fue así la región más afectada por este fenómeno por delante de Asia-Pacífico (15) y del mundo árabe (10), precisó en un comunicado la Unesco, que no dio el detalle por países.

La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha registrado 894 asesinatos de periodistas en el periodo 2010-2019, es decir un promedio de casi 90 al año.

Las cifras siguen la tendencia de las publicadas por Reporteros sin Fronteras (RSF), que hace un mes indicó que en 2019 habían sido asesinados 49 periodistas en el mundo, es decir un 44 % menos que el ejercicio precedente y la cifra más baja desde hace 16 años.

La Unesco destacó que un 61 % de los profesionales murieron en países en los que no hay un conflicto armado declarado, lo que ilustra que «la vida de los periodistas no sólo está amenazada en los escenarios de conflictos violentos, sino que también son objeto de ataques cuando investigan la política local, la corrupción y la delincuencia, a menudo en sus ciudades de origen».

De hecho, como en años anteriores, más del 90 % eran reporteros locales.

Solo una minoría de los que atacan o matan a informadores rinden cuentas ante la justicia, ya que menos de uno de cada ocho casos de los registrados en el mundo desde 2006 se consideran resueltos, con una «tasa de impunidad» del 90 %.

En otro informe presentado en noviembre, la organización ya había advertido de que cada vez hay más agresiones verbales y físicas dirigidas a los periodistas por su trabajo y que en general las amenazas pretenden «silenciar las voces críticas y restringir el acceso al público a la información».