Ciudad del Vaticano – El papa Francisco pidió hoy a los jóvenes que no se dejen «domesticar por la homogeneización» ni «anestesiar por los mecanismos de consumo que desactivan la originalidad» y les animó a amar y a ayudar al prójimo para ser más felices.
«Elegir, especialmente hoy, es no dejarse domesticar por la homogeneización, es no dejarse anestesiar por los mecanismos de consumo que desactivan la originalidad, es saber renunciar al aparentar y al mostrarse. Elegir la vida es luchar contra la mentalidad del usar y tirar y del todo y rápido», dijo Francisco, durante la misa celebrada en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
El papa ha celebrado este domingo una misa y al término un grupo de jóvenes panameños han entregado a los portugueses presentes la cruz y el icono de Maria Salus Populi Romani, símbolos de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), pues la próxima cita será en Lisboa en 2023.
Habitualmente la entrega de la cruz por las JMJ se realiza en el Domingo de Ramos, pero este año no ha sido posible por la pandemia del coronavirus.
En la misa, celebrada en una basílica con pocos fieles y con estrictas medidas de prevención de contagios, Jorge Bergoglio también ha criticado «la fiebre del consumo, que narcotiza el corazón con cosas superfluas» y la «obsesión por la diversión, que parece el único modo para evadir los problemas», pero que solo los pospone.
«Hay una fijación en la reclamación de los propios derechos, olvidando el deber de ayudar. Y también está la gran ilusión sobre el amor, que parece algo que hay que vivir a fuerza de emociones, cuando amar es sobre todo: don, elección y sacrificio», indicó.
Animó a los jóvenes a no renunciar a sus grandes sueños y a no contentarse «con lo que es debido», sino a buscar «metas altas, con alegría y audacia».
«No estamos hechos para soñar con las vacaciones o el fin de semana, sino para realizar los sueños de Dios en este mundo», apuntó, al tiempo que defendió que los grandes sueños parten de grandes decisiones.
Argumentó que «la vida es el tiempo de las decisiones firmes, fundamentales, eternas» y rechazó las «elecciones banales» que «conducen a una vida banal».
«Nos convertimos en lo que elegimos, para bien y para mal. Si elegimos robar nos volvemos ladrones, si elegimos pensar en nosotros mismos nos volvemos egoístas, si elegimos odiar nos volvemos furibundos, si elegimos pasar horas delante del móvil nos volvemos dependientes. Pero si optamos por Dios nos volvemos cada día más amados y si elegimos amar nos volvemos felices», justificó.
«Si vivimos cerrados e indiferentes nos quedamos paralizados, pero si nos gastamos por los demás nos hacemos libres», concluyó.