Tegucigalpa – El cardenal Óscar Andrés Rodríguez, recriminó hoy durante la homilía correspondiente al trigésimo tercer domingo del tiempo ordinario, que es un crimen horrible que el pobre explote al pobre, al referirse al delito de la extorsión en el país al tiempo que pidió orar para que el ciclón Iota no cause tanto daño a Honduras.
-En el marco de la cuarta jornada de los pobres, el purpurado destacó la solidaridad y generosidad de los hondureños para ayudar a los damnificados de Eta en la costa norte.
-Pidió al Señor que esa solidaridad no tenga que multiplicarse por el paso de otra tormenta tropical o de otro huracán
La homilía de hoy versó sobre la parábola de los talentos del evangelio de Mateo 25,14-30, que nos habla de un hombre que llamó a sus siervos y les dio conforme a sus capacidades a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, el primero ganó cinco más, el segundo gano dos más y el tercero cavó un hoyo en tierra y lo escondió, a este último el amo lo castigó quitándole el talento y se lo dio al que tenía 10 talentos.
El prelado apuntó que el peor enemigo de nuestra vida, es el miedo y es triste que vivamos en el miedo, no simplemente por la tragedia que hemos vivido con la tormenta tropical Eta, por la amenaza de otro huracán, que le pedimos con fe a Dios que no nos ataque con tanta fortaleza.
Reiteró que el evangelio nos avisa que el peor enemigo es el miedo a ser testigos valientes del evangelio, el miedo a proclamar con nuestra vida que hay valores por encima de la búsqueda del poder, o la búsqueda del placer sin reglas morales o la búsqueda del dinero, aunque sea robado.
Rodríguez preguntó por qué no nos atrevemos a vivir nuestra fe y por qué tenemos que esconderla como si fuera algo malo, por el miedo al qué dirán. Hacen menos daño los enemigos exteriores a nuestra propia iglesia, que a los que no tenemos el valor de existir como creyentes y como seguidores del Señor Jesús.
Pidió no olvidar que ese tercer siervo de la parábola es descalificado, no porque haya cometido maldad alguna sino porque se limitó a conservar estérilmente lo recibido impidiendo su crecimiento a causa del miedo.
La clave de esta parábola está en el miedo que tuvo el empleado asustadizo, el que recibió un solo talento y no lo hizo fructificar. La imagen que ese siervo tenía de su señor, era una imagen terrible, le daba miedo, y el miedo fue su perdición.
“Cuántas imágenes negativas de Dios pueden paralizar nuestra vida y dificultar el crecimiento personal, entonces viene una frase desconcertante, al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo poco que tiene y nosotros acostumbrados a razonar con los criterios de un sistema económico injusto, pensamos que esta frase es injusta y aparentemente así lo es”, comentó.
Pero ese era un refrán popular que recogía una experiencia de la vida, el que tiene mucho, tiene mucho sentido de su vida, tiene mucho sentido de su fe, tiene mucho sentido de Dios y cada día puede crecer más en su fe y en su sentido de Dios, pero el que no tiene, el que apenas vive una fe superficial, pegada con saliva, corre el riesgo de quedarse sin nada, los que reciben con fe, los valores del reino irá descubriendo más y más profundamente ese misterio, pero quienes lo reciben de manera superficial acaban por abandonarlos, una fe infantil no puede sustentar una vida adulta, acotó.
Agregó que algunas pobres personas que se quedaron tal vez con una catequesis infantil para su primera comunión, fácilmente después, por no profundizar la fe, la perdieron ante cualquier charlatán que busca simplemente dinero.
Apuntó que esa es la manera de funcionar, lo importante es que podamos elegir bien, elegir es el eje esencial de nuestra vida, elegir los valores del reino y vivirlos en profundidad, pero la parábola termina, échenlo fuera, a las tinieblas, ahí será el llanto y el rechinar de dientes, es una expresión fuerte que nos suele resultar incomoda, qué quiere decir esa expresión, ser echado a las tinieblas es una metáfora que significa una vida sin sentido, el rechinar de dientes expresa la ira, la rabia, la frustración de la posibilidad de malograr la propia vida.
En ese sentido, esa parábola nos enseña a poner en orden nuestra jerarquía de valores, muchas veces lo que no es importante lo tenemos en primer puesto y lo más importante corremos el riesgo de perderlo por superficialidades, por vivir volcados hacia afuera sin vivir una vida interior.
Refirió que este domingo, además, la iglesia celebra la cuarta jornada de los pobres impulsada por el papa Francisco y es para que escuchemos el grito de ayuda a los pobres.
“Aquí en nuestra Honduras y en esta querida arquidiócesis, esta jornada empezó hace 10 días cuando se volcó la generosidad y la solidaridad de nuestro pueblo y esta basílica mariana es testigo de tanto amor, de tanta generosidad, de tanto servicio de esta jornada mundial de los pobres que se volcó para ayudar a los hermanos y hermanas más pobres sobre todo de la costa norte que ha sufrido tanto y hoy también se sigue porque la Caritas Arquidiocesana sigue recibiendo el corazón de aquellos que sienten que nos debemos al amor de Dios y al amor al prójimo”, señaló el purpurado.
Dio gracias al Señor por todo el amor que ha puesto en nuestros corazones. “El Señor Jesús se inclinó preferentemente por los pobres y el problema es que haya tantas mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses y sobre todo por la lógica perversa del poder, del dinero que genera tanta injusticia en nuestro mundo, lo peor de todo es cuando el pobre explota al pobre y cuando hay esas personas tal vez porque nunca recibieron una orientación moral, se dedican a extorsionar a los pobres”, recriminó.
“Una persona que con dificultad pone una pequeña pulpería o un pequeño negocio y ya le caen encima los buitres cada semana a pedirle una extorsión que termina cerrando su pequeño negocio o su fuente de ingreso, eso es intolerable en un país que se dice cristiano, es un crimen horrible que el pobre explote al pobre, por eso como comunidad cristiana hoy tenemos que potenciar nuestro amor y nuestra fe que se vuelvan siempre solidaridad”, agregó.
Por esa razón, pidió al Señor que esa solidaridad no tenga que multiplicarse por el paso de otra tormenta tropical o de otro huracán, con mucha fe, sabiendo que Dios puede hacer posible lo aparentemente imposible “pidamos al Señor que ahorre a nuestra Honduras otro sufrimiento como el que acaba de pasar, con mucha fe.
El evangelio de este domingo es una buena oportunidad de descubrir a Jesús que no se cansa de amar, en cuyo rostro descubrimos el rostro del amor y de la misericordia del Padre que nos invita siempre a la confianza y a disipar nuestros miedos, puntualizó el prelado quien pidió las puertas de par en par las puertas a Cristo para encontrar la verdadera vida.