Panamá – La destrucción de las escuelas a causa de los huracanes Eta e Iota y las consecuencias de la pandemia como la dedicación al hogar, los matrimonios tempranos y forzados y la migración, ponen en riesgo el futuro de las niñas en Honduras, alertó este martes la ONG global Plan International.
«Con más de 500 escuelas destruidas o dañadas, unas 96,000 personas aún en albergues, con caravanas de migrantes en búsqueda de mejores condiciones de vida y con circunstancias de salud precarias, el futuro de las niñas en Honduras se encuentra en alto riesgo», indicó Plan en una declaración pública.
La ONG precisó que miles de niñas y niños en Honduras están en riesgo de deserción escolar tras a la destrucción parcial o total del medio millar de escuelas a causa de los dos huracanes, que azotaron parte de Centroamérica en noviembre pasado, a lo que se suma la suspensión de clases por la pandemia.
Las consecuencias del confinamiento derivado de la crisis sanitaria por el coronavirus SARS-CoV-2 abarcan, además del aumento de las responsabilidades en el hogar, «posibles embarazos precoces y no deseados, así como el posible incremento de matrimonios y uniones infantiles, tempranas y forzadas», lo que hace «presagiar una gran deserción escolar de las niñas una vez las escuelas que han quedado abran», de acuerdo a la ONG.
«A la fecha en Honduras aún hay más de 96,000 personas albergadas» tras el paso de los huracanes en noviembre pasado, lo que «implica un riesgo de protección muy alto ya que las niñas y mujeres jóvenes se encuentran mucho más expuestas en estos lugares, en especial porque viven en condiciones inapropiadas, carecen de bienes básicos como alimentos, agua para tomar o para asearse, artículos de higiene menstrual y, además, están expuestas a acoso y abuso sexual», dijo Plan.
La organización alertó de que la «pobreza y los problemas existentes como el desempleo y la falta de acceso a servicios básicos se han profundizado» con la pandemia y «ha incentivado nuevamente la migración de personas en la búsqueda de nuevas oportunidades».
«Para muchísimas niñas quedarse implica hacerlo en una situación de extrema vulnerabilidad, más para quienes su única opción es quedarse en albergues donde sabemos se han dado casos de abusos sexuales», dijo Plan.
Agregó que para las niñas que «deciden migrar, ya sea solas o con sus familias, el camino tampoco es fácil. Migrar supone no sólo dejar la escuela sino exponerse a múltiples formas de violencia contra ellas – violencia sexual, trata o tráfico – a lo largo de la ruta con poca o nula protección y respuesta de los Estados y llegar a un destino incierto».