Fotografía publicada por Carlos Villavicencio en la plataforma de recolecta de ayudas GoFundMe donde aparece Bertha Esteban Diego, joven madre de 25 años y de origen guatemalteco, que perdió la vida por Covid-19 durante el parto de su segundo hijo. EFE/GoFundMe /SOLO USO EDITORIAL /NO VENTAS

Phoenix (AZ) – Gaspar Diego soñaba con una boda perfecta este otoño, pero su prometida, Bertha Esteban, embarazada de su segundo hijo, contrajo el coronavirus y dos semanas después tuvieron que realizar un parto de emergencia para que el bebé naciera instantes antes de que ella falleciera sin que el guatemalteco pudiera despedirse de ella.

“Ya no la pude volver a ver, salió de la casa y nunca volvió. Estábamos por casarnos en noviembre, vivíamos una gran felicidad con la llegada de nuestro (segundo) niño”, dijo a Efe Gaspar, con un dejo de tristeza en sus palabras.

UN VIRUS QUE NO DISCRIMINA

A pesar de estar cuidándose, la pareja terminó contagiándose a finales de mayo. Gaspar, recordó que desde que iniciaron con los síntomas del coronavirus, su esposa sufría de fuertes taquicardias, perdía el aire constantemente, aunado a fiebre alta y dolores de cabeza.

Pasada una semana de estar con los malestares, la joven, de 25 años y de origen guatemalteco, empezó a sentir que el feto no se movía dentro del vientre. En ese momento la pareja decidió ir al hospital.

“Los doctores nos dijeron que tal vez era una influenza, pero por seguridad nos hicieron la prueba del coronavirus», relata el inmigrante.

Con fiebre y dolores de cabeza, la pareja regresó a su casa, pero al siguiente día recibieron una llamada para confirmar que salieron positivos en la prueba del virus, y la recomendación médica fue que se quedaran en su vivienda, junto a su hijo mayor de dos años.

“Solo nos dijeron que nos encerráramos por dos semanas, a ella le recetaron unos antibióticos, pero ella no podía tomar medicina por el bebé, así que solo le dimos Tylenol para la calentura”, comentó.

Las cosas no mejoraron, los síntomas aumentaron, el corazón de Bertha latía aceleradamente, la respiración faltaba, y las contracciones se volvieron más frecuentes, recuerda Gaspar.

Ante los síntomas, la madre buscó adelantar la fecha estipulada para su parto.

Un familiar tuvo que llevarla al hospital, ya que Gaspar no podía pararse por la debilidad que le causaba el virus. Esa fue la última vez que el migrante vio con vida a la madre de sus hijos.

UN GOLPE AL CORAZÓN

Bertha ingresó al hospital con dolores de parto, pero según le contaron a su esposo, en el momento que la anestesiaron para el alumbramiento, le sobrevino un paro cardíaco, por lo que tuvieron que realizar una cesárea urgente para salvar la vida de su pequeño.

“(Dicen que)empezó a cambiar su coloración a morada, y fue rápido cuando sufrió un paro, y tuvieron que sacar al niño de inmediato”, cuenta Diego.

Cardiólogos de la Universidad de Miami (UM) alertaron el mes pasado que la COVID-19 está afectando el corazón de una quinta parte de pacientes de la enfermedad y dejando efectos secundarios.

En este sentido, el cardiólogo de UM Carlos Alfonso advirtió a Efe que el coronavirus obligar al corazón a «trabajar más fuerte» debido al fallo de los pulmones.

Gaspar nunca pensó que la COVID-19 fuera a golpear de esa manera a su familia.

“Después de su muerte, la que no podíamos creer, mi hermana me ayudó a cuidar del bebé, quien presentó fiebre los primero días. Yo estuve enfermo del coronaviruspor 25 días», explica el migrante, que trabaja pintando casas.

Con el deceso de la guatemalteca, se registró la primera muerte de una embarazada por coronavirus en Arizona, de acuerdo a los informes que le dieron en el hospital Mountain Vista Medical Center, en Mesa (Arizona) al inmigrante.

ARIZONA EN EMERGENCIA

Desde que se declaró la reapertura económica en Arizona los casos han ido en aumento. Para este viernes el número de contagiados en el estado llegó a 138.523 y las muertes relacionadas con el virus conocidas suman un total de 2.583, según el informe diario de las autoridades de salud estatales.

Los ventiladores en uso alcanzaron un nuevo récord, el 54% de estas máquinas esta ocupado.

El panorama es más preocupante en los hospitales. El 87% de las camas en el estado están ocupadas y el 90% de las camas en las unidades de cuidado intensivo (UCI) están en uso. Las cifras incluyen a las personas que reciben tratamiento para COVID-19 y otros pacientes.

QUE NO SE REPITA

Gaspar, de 31 años, hasta ahora pudo reunirse con sus dos hijos para tratar de recomenzar su vida, y compartir la historia con la comunidad migrante para que estén alerta sobre esta enfermedad.

“La verdad creo que es muy importante cuidarse, muchos pensamos que porque somos jóvenes no nos va a pasar, tenemos que usar las máscaras y ayudarnos entre todos para que esta enfermedad acabe pronto”, advirtió.