Londres.- En la actual fiebre por revitalizar el mito de la marioneta de madera con espíritu de niño, el mexicano Guillermo del Toro se desmarca con su particular visión de Pinocho, una bella película en animación «stop-motion» en la que no falta ni una sola de las constantes que marcan su cine.
Desde los monstruos que pueblan sus películas a la religión, el fascismo, la muerte y la soledad, «Pinocchio» parece por momentos un destilado de los temas que conmueven a Del Toro, quien hizo este sábado en el Festival de Cine de Londres el estreno mundial de su última película.
La prensa especializada acogió con aplausos el pase del filme, más dirigido a jóvenes y adultos que a niños pequeños.
El «Pinocchio» dirigido al alimón por Del Toro y el veterano animador Mark Gustafson embarca a la marioneta y su «padre» Gepeto en una odisea ambientada en la Italia del dictador Benito Mussolini, con el trasfondo de la II Guerra Mundial (pese a que el original de Carlo Collodi se remonta a finales del siglo XIX),
No faltan el inseparable Pepito Grillo ni un hada de apariencia fantasmagórica, como tampoco lo hace el malvado dueño del circo que recluta a Pinocho, el conde Volpe, pero la acción queda subordinada al vínculo entre Gepeto y su criatura.
«Creo que (la historia de Pinocho) me ha tocado como hijo y como padre, y creo que es una idea que ayuda mucho a sanar los malentendidos de las familias. Si tú puedes entender a tu hijo o a tu padre como alguien falible, las heridas se sanan», dijo en declaraciones a EFE en la alfombra roja Del Toro, quien perdió a su progenitor hace cuatro años.
UNA VERSIÓN ÚNICA
Esta revisión del clásico, producida por Netflix y realizada en colaboración con la Jim Henson Company, llega solo unas semanas después del «remake» del clásico de Disney que ha dirigido Robert Zemeckis junto a Tom Hanks, en el mismo año que una versión rusa en 3D, y tras la que los italianos Matteo Garrone y Roberto Benigni estrenaron en 2020.
Pero sus creadores no tienen duda: este Pinocho es único e inconfundible.
«Nuestro Pinocho es diferente a cualquier otro que nadie vaya a ver jamás. El nuevo elemento es que cogemos el tema fundamental, que es que debe obedecer y ser bueno para convertirse en un niño real, y le damos la vuelta totalmente para decir: la desobediencia es importante, así es como se aprende», dijo a EFE Gustafson.
Y el sello personal de Del Toro hace que sus oficiales fascistas remitan a los de «El laberinto del fauno» o «El Espinazo del diablo»; su circo ambulante traiga esencias de «Nightmare Alley»; el rechazo que suscita Pinocho recuerde a la criatura de «The shape of water»; o sus alusiones religiosas puedan llevar a «Cronos».
Todo el microcosmos del director mexicano está ahí, pero esta vez envuelto en una preciosista técnica de animación que cuenta con las voces de estrellas del cine como Ewan McGregor, Cate Blanchett, Tilda Swinton o Christoph Waltz.
Del Toro explicó a EFE cómo la técnica del «stop-motion» es una vieja conocida para él.
«Lo he hecho desde que empecé de niño. Fundé una compañía que hizo ‘stop-motion’ en efectos de maquillaje por más de una decada. Empezamos el movimiento en México antes de hacer ‘Cronos’ (…) He estado haciendo animación consistentemente en la ultima década y este proyecto lo he estado preparando quince años casi», dijo.
Junto a la animación, la película destaca también por unos cuantos números musicales -que no han sido bien recibidos por la crítica-, que en alguna ocasión de interrumpen abruptamente creando golpes de humor inesperado.
Netflix tiene previsto estrenar la película en la plataforma en diciembre, aunque según la prensa especializada podría haber proyecciones limitadas en algunas salas a lo largo de noviembre.