Tegucigalpa (Por Jorge Sierra) – Este lunes 12 de abril se cumplen 224 años de la llegada de los negros a Honduras y la comunidad garífuna celebra el acontecimiento demandando mejores condiciones sociales y mayores espacios de participación.
– Cuatro líderes garífunas permanecen desaparecidos desde julio de 2020 cuando fueron privados de su libertad por falsos policías en la comunidad El Triunfo de la Cruz.
Hace unos años los miembros de la etnia garífuna hondureña se visibilizaban básicamente en competencias deportivas, culturales y gastronómicas, pero en la actualidad han irrumpido en campos de la academia, la ciencia, la defensa de derechos humanos y la política.
El deporte, especialmente el fútbol, ha tenido una influencia determinante de la raza negra, que ha valido para lograr importantes conquistas a nivel internacional como clasificación a mundiales de fútbol y la exportación de centenares de futbolistas a las ligas más importantes del mundo.
Y qué decir de los defensores del ambiente como Miriam Miranda, que se erige como una de las más importantes representantes garífunas en este apartado. Es lideresa de la Organización Fraternal Negra de Honduras (Ofraneh), y coordina esfuerzos para contrarrestar la pérdida de tierras ancestralmente habitadas por la comunidad. Ella está enfocada en recuperar territorios ancestrales que pertenecían a comunidades garífunas, además lucha para detener a los narcotraficantes, promover prácticas ambientales sostenibles y apoyar el desarrollo del liderazgo comunitario para jóvenes y mujeres locales.
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La etnia también posee grandes representantes en la academia, la ciencia y la cultura. Aquí se desprenden por mencionar algunos a: Luther Castillo (médico y científico), Santiago Ruiz (director de Investigación Científica de la UNAH), Julio Lino (director del Curla), Julio Güity (consultor OEA), Carol Frazer (escritora), Marvin Figueroa (politólogo), Cozbi Cabrera (diseñadora y escritora), Nixon Arauz (científico), Isidra Sabio (pintora), Ángel Castillo (desarrollador web), Aurelio Martínez (músico), Jireth Wilson (cantante), Julio Arzú (pintor), entre muchos otros.
Algunos otros grandes representantes de la etnia que ya partieron de este mundo son: Céleo Álvarez Casildo, Miguel Ángel Ruiz Matute, Cirilo Nelson, Catarino Castro Serrano, Cirilo Nelson, Abraham Laboriel, entre otros tantos.
Víctimas de violencia
Los pueblos garífunas no se escapan de la violencia generalizada que azota a Honduras y aunque se caracterizan por ser zonas pacíficas, el pasado julio de 2020 se reportó la privación de libertad de cinco líderes de la comunidad del Triunfo de la Cruz en Tela.
Sujetos vestidos como policías ingresaron a varias viviendas y se llevaron por la fuerza a Alberth Sneider Centeno (presidente del patronato), Milton Joel Martínez, Suami Aparicio Mejía García, Gerardo Mizael Róchez Cálix y Junior Rafael Juárez.
Desde ese 18 de julio -han pasado 267 días- no hay noticia sobre el paradero de los cinco jóvenes garífunas, al tiempo que las autoridades aseguran investigar el suceso, pero hasta ahora sin respuestas concretas.
Antecedentes
El pueblo garífuna comienza a formarse en 1635 cuando barcos que llevaban esclavos hacia las Antillas provenientes de Nigeria, naufragaron cerca de la Isla de San Vicente. Los esclavos escaparon del barco y alcanzaron la isla de San Vicente donde fueron recibidos por los caribes. Del matrimonio entre estos dos pueblos surge el garífuna.
Cuando los británicos invadieron San Vicente se opusieron a los asentamientos franceses y sus alianzas con los garífunas. Hubo una disputa y al rendirse los franceses ante los británicos en 1797 los garífunas fueron considerados como enemigos y deportados a Roatán, en el trayecto hicieron una parada técnica en Jamaica. Pese a que habían zarpado más de 5 mil, solo unos 2 mil 500 garífunas sobrevivieron la travesía.
En la época que los garífunas arribaron a Roatán, esta isla estaba en poder de los ingleses, 64 años después, en 1861, se firmaría el Tratado Lennox Wyke-Cruz con el cual las Islas de la Bahía, incluida Roatán, retornaban a la soberanía de Honduras. Dado que Roatán era muy pequeña e infértil, los garífunas solicitaron a las autoridades hispanas de Honduras que les permitiera asentarse en tierra firme. Los españoles se los permitieron a cambio de su trabajo como soldados, oficios domésticos y agricultura, posteriormente se expandieron por la costa Caribe en un desplazamiento por fines económicos.
Los garífunas residen en más de 47 comunidades, todas ubicadas en el litoral Atlántico, entre las cuales están en el departamento de Gracias a Dios a Plaplaya y al municipio de Juan Francisco Bulnes. Tres de los municipios del departamento de Colón son garífunas: Santa Fe, con sus aldeas Guadalupe y San Antonio; el municipio de Limón y el municipio de Santa Rosa de Aguán.
Mientras tanto Corozal y Sambo Creek están en el municipio de La Ceiba en el departamento de Atlántida; San Juan, Tornabé y Triunfo de la Cruz en el Municipio de Tela, siempre en Atlántida. En el departamento de Cortés están las aldeas de Bajamar y Travesía. También los garífunas emigran a las grandes ciudades de Honduras. En adición a lo anterior, desde principios del Siglo XX los garífunas emigran exitosamente a Estados Unidos y Belice. También hay poblaciones en Guatemala y Nicaragua y unos cuantos en Costa Rica.
Los garífunas de hoy
Aunque no existe un dato concluyente de cuántos garífunas hay en Honduras, los cálculos de entes como la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh) y de la Organización de Desarrollo Étnico Comunitario (Odeco), los entes más representativos de la comunidad, estiman que hay entre 150 mil y 500 mil habitantes. De acuerdo al último informe sobre la niñez indígena y afro hondureña de la Unicef de 2013, un 98.8 por ciento de la niñez garífuna asiste a la escuela. El índice de alfabetismo es del 94 por ciento.
El pueblo garífuna tiene una gran riqueza cultural compuesta por su propia lengua, danza y música; religión, gastronomía y una idiosincrasia muy particular que los distingue del resto de la población. La gastronomía se basa en tubérculos y el platillo más reconocido es la machuca compuesta por una masa de plátano, utilizada usualmente como acompañamiento en la sopa de coco con pescado. Se destacan también por su repostería compuesta por una variedad de panes y sus tabletas de coco.
Políticamente están representados por patronatos en cada comunidad y son escogidos por voto directo de los pobladores. Un rol importante lo cumplen también los clubes de danzas que constituyen, no solamente un grupo de baile sino también foros donde las mujeres debaten los problemas de la comunidad. La garífuna es una cultura arraigada que ha sufrido ataques por causa de la migración internacional.
Las organizaciones garífunas más representativas son la Organización Fraternal Negra de Honduras Ofraneh (1979) la precursora en la representación del pueblo garífuna y la Organización de Desarrollo Étnico Comunitario (Odeco) (1992), ambas luchan por mejorar las condiciones existenciales del pueblo.
Aunque tradicionalmente a los garífunas se les conoce como una sociedad de pescadores y agricultores, hoy en día han incursionado en todas las actividades económicas, pudiendo encontrarse microempresarios, profesionales, artistas y deportistas. No obstante, el desempleo sigue siendo un problema latente, aunque esta situación es mitigada por las remesas que envían garífunas que viven en el exterior, particularmente en los Estados Unidos.
Por una Honduras inclusiva
Para el periodista, bloguero y representante garífuna, Kenny Castillo, el término garífuna se refiere al negro que llegó de San Vicente hace 224 años. Ellos tienen cultura y lengua propia que ha sobrevivido a lo largo de los siglos, sin embargo los que residen en Islas de la Bahía se han identificado como negros de habla inglesa y su principal sello de identidad es precisamente la lengua.
“Mientras nosotros hablamos lengua materna garífuna y español, ellos hablan el inglés criollo y también el español”, reforzó.
Afirmó que rechazan el censo oficial (2001) sobre las comunidades garífunas que los ubica en 47 mil, al tiempo que estimó que en la actualidad llegan al 10 por ciento de la población de Honduras.
Castillo dijo que el camino del pueblo garífuna es de lucha y aunque se han reducido las brechas de discriminación y racismo, el trabajo es arduo para lograr mejores condiciones.
Mencionó que en los apartados de educación y salud hace falta mucha inversión pública para atender las comunidades garífunas. “Debemos añorar con la prosperidad que nuestros ancestros soñaron para nuestros pueblos”, dijo.
Sobre la incursión de personajes garífunas en política, refirió que los partidos políticos se enfrentan a una crisis de recurso humano, por lo que han puesto su mirada en la comunidad afrodescendiente. “La metodología para la escogencia no es la mejor porque los políticos garífunas terminan representando los intereses de quien los escogió, por eso no podemos hablar de una representación genuina del pueblo y lo que hacen es representar a los partidos políticos”, adicionó.
El comunicador refirió que “el pueblo garífuna va tener que ir creando cultura política y más temprano que tarde tendremos representantes legítimos de la comunidad. Falta mucho camino por recorrer, pero la revolución de la comunidad garífuna debe ser educativa, cultural y económica porque de eso depende que la gente crea en nosotros. Ser honesto, ser limpio y ser transparente no es suficiente para ostentar cargos políticos, también hay que tener el poder”.
Concluyó su análisis asegurando: “En 224 años el garífuna es tan hondureño como cualquiera, con los mismo derechos y por supuesto obligaciones. Hago un llamado para que todos desde sus trincheras, de sus posibilidades, que pensemos en una Honduras inclusiva, porque mientras vivamos en medio de la desigualdad, de la inequidad y la exclusión, realmente no construimos un país como el que soñamos, luchemos por la igualdad, inclusión y equidad”.
Enorme deuda social
De su lado, Armando Crisanto Meléndez (76), quien ha destacado como coreógrafo y etnólogo hondureño, además de director del Ballet Nacional Garífuna de Honduras, abogó por mejores condiciones de vida para el pueblo garífuna.
El oriundo de San Juan, en Tela (Atlántida), criticó que existe una enorme deuda social de la clase política con las comunidades garífunas. “Ninguna comunidad garífuna está pavimentada. Valoramos la autosuficiencia que ha tenido el pueblo garífuna y no hemos dependido del gobierno. Hemos defendido a este país en las ciencias, las artes, la cultura y los deportes, y hay que destacar que no somos un pueblo violento, no le hemos generado problemas al país”, aseveró.
El veterano líder rechazó las críticas que se hacen a los representantes garífunas que fungen como diputados en el Congreso de la República y refirió que “el poder lo tienen los grupos políticos que tienen más diputados, no entiendo cuando se enfrascan en duras críticas a nuestros representantes de no hacer nada cuando todos sabemos cómo opera este Poder del Estado”.
Meléndez remató haciendo un llamado para que volteen la mirada a los pueblos garífunas, que urgen de empleos, servicios básicos y oportunidades para generar desarrollo.
“Después de la huelga general de 1954 los garífunas hemos migrado a la ciudad, comenzamos a estudiar siendo Alfonso Lacayo Sánchez el primer médico garífuna de Honduras. Ahora tenemos muchos profesionales en todas las áreas académicas, pero no tenemos espacios y tenemos que huir del país. Posiblemente hay el elemento de exclusión y racismo, contra todo eso debemos luchar 224 años después de nuestra llegada a este país”, finalizó.
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Pobreza de las comunidades
Mientras, la presidenta de la Organización Negra Centroamericana (Oneca) y la Fundación Hondureños Contra el Sida, Mirtha Colón, recordó que pese a que se cumplen 224 años de la llegada de los negros a Honduras, cuando éstos arribaron lo hicieron en condiciones deplorables, porque llegaron de la misma forma que fueron sacados de su país.
“Desde que tengo uso de razón, cuando nace mi abuela 100 años después de la llegada (garífunas), había abundancia en las comunidades, particularmente en cuanto a la comida y sabiduría espiritual, sin embargo pienso que comparado con lo que es ahora mucho de eso lo hemos perdido, y es ahí donde viene la pobreza de nosotros”, desglosó.
La defensora de derechos humanos abogó por que se retorne a la siembra en las comunidades garífunas. Llamó a generar espacios ciudadanos para que todos se acepten sin distingos de ningún tipo y así empoderar a las familias.
“La ruta que tenemos que seguir es la de nuestros ancestros que no eran egoístas y se apoyaban unos a otros. No debemos descansar para recuperar lo que hemos perdido. Hay mecanismos internacionales que podemos utilizar porque tenemos todos los derechos como hondureños que somos”, puntualizó. JS
Comunidades garífunas
1.- Plaplaya; 2.- Pueblo Nuevo; 3.- Buena Vista; 4.- Painch; 5.- Batalla; 6.- Coyoles 7.- San Isidro de Tocamacho; 8.- San Pedro de Tocamacho; 9.- Sangrelaya 10.- Cocalito; 11.- San José de la Punta; 12.- Iriona viejo; 13.- Ciriboya; 14.- Cusuna; 15.- Punta Piedra; 16.- Vallecito; 17.- Limón; 18.- Santa Rosa de Aguan; 19.- Río Negro 20.- Cristales; 21.- Santa Fe; 22.- San Antonio; 23.- Guadalupe; 24.- Easteand; 25.- Chachahuate; 26.- Río Esteban 27.- Armenia 28.- Sambo Creek; 29.- Corozal; 30.- La Ceiba; 31.- Nueva Go; 32.- La Unión; 33.- La Rosita; 34.- Cayo Venado; 35.- Triunfo de la Cruz; 36.- Ensenada; 37.- Tela; 38.- San Juan; 39.- Miami; 40.- Tornabé 41.- Río Tinto; 42.-La Lima; 43.- Saraguayna; 44.- Bajamar; 45.- Travesía; 46.- Puerto Cortés; 47.-Masca; 48.-Punta Gorda 49.-Alfonso Lacayo y 50. Tegucigalpa.