Nueva York – Un grupo de hondureños protestó frente a su consulado en Nueva York para denunciar que el Gobierno de su país está cobrando por un salvoconducto a migrantes que atraviesen la nación centroamericana en su ruta para llegar a Estados Unidos, lo que consideran injusto.
De acuerdo con la activista Dariela Moncada, que organizó la protesta, un salvoconducto puede costar entre 200 y 1.200 dólares «y es solo por cinco días» para cruzar Honduras.
Agregó que no pueden olvidar que también son migrantes al pedir al Gobierno de su país que desista de cobrar por ese documento.
«Una de las vías más rápidas de venir a Estados Unidos sin necesidad de morir en el agua es viajar a Sudamérica o Centroamérica y desde allá emprender su viaje a pie», dijo Moncada, que hace 20 años salió de su país.
«Lo que queremos es que se les dé un trato humano. ¿Cuándo ha sido ilegal cruzar por esas tierras que no son nuestras? En Honduras lo que ocurre ahora es que cualquier persona que levanta la voz la desaparecen. La gente tiene miedo de hablar», aseguró.
Denunció además que Honduras, presuntamente, está imponiendo multas a quien ayude a migrantes en su ruta a EE.UU. «Si a una persona se le descubre transportándolos van a tener que pagar entre 400 y 2.000 dólares de multa o ir a la cárcel», aseguró.
Moncada afitrmó que el Gobierno hondureño «tiene el deber» de proteger a esos migrantes, «pero agarran de la ley lo que les conviene».
«En la misma ley que dice que los inmigrantes tienen que pagar (por el salvoconducto) dice que el Gobierno nos debe dar ayuda legal gratuita en otros países por medio de los consulados, «pero eso es mentira».
Los hondureños alegaron también que su país está vendiendo terrenos que pertenecen a las comunidades indígenas a desarrolladores extranjeros que construyen residencias exclusivas.
Alba estuvo entre el puñado que realizó la protesta y aseguró que acudió porque cuando emigran «quisiéramos que México y Guatemala nos traten bien», y es lo mismo que exigen para otros migrantes que usan su país para llegar a EE.UU.
«No tenemos porqué tratar mal a nadie, no debería ser así. Las fronteras son impuestas por los humanos, es una tierra libre. Nadie es dueño de un país, lo que pasa es que cuando venimos acá se nos olvidan los que están allá”, argumentó.
«Yo no hubiera querido que me cobraran en México, yo no pagué en México. Además, ¿quién tiene dinero para estar pagando? No olvido que soy emigrante también», afirmó.