
Autor del artículo: Especial para Proceso Digital / Por Alberto García Marrder
Miami, (EEUU) – La foto de una inmigrante hondureña detenida en la frontera con su hija llorando fue portada en todo el mundo y se ha convertido ya en una imagen emblemática de la migración ilegal a Estados Unidos.
Este es el relato de mi búsqueda de tres meses por saber cómo se tomó esa foto impactante y que pasó con Sandra Sánchez y su hija de dos años, Yanela Varela.

Y como la revista “Time” decidió publicar, y con error, el montaje de la foto de la niña Yanela, indefensa y asustada, ante un imponente Donald Trump. Fue una portada ya histórica y con este título sarcástico: “Welcome to America”.
El 12 de junio de este año, Sánchez, su hija y otro seis migrantes, fueron detenidos, a media noche por la Patrulla Fronteriza (“Border Patrol”) cerca de McAllen (Texas), después de haber entrado ilegalmente a territorio norteamericano.
Todos habían cruzado el Rio Grande, frontera natural entre los dos países, en unas improvisadas balsas, detectadas por los rayos infra rojos de los guardias fronterizos que monitorizaban sus movimientos desde lejos.
Carlos Ruiz, agente del “Border Patrol”, fue el primero en parar al grupo y ordenar a Sánchez, que traía en sus brazos a su hija, dándole el pecho, que la dejara en el suelo para poder cachearla.
(Es frecuente que agentes bilingües del “Border Patrol” sean de origen latino y nacidos en Estados Unidos).
También le ordenó que le quitara los cordones a las zapatillas de su hija y a los de ella, una práctica habitual de seguridad, difícil de explicar.

Ruiz pidió a Sánchez que pusiera las manos sobre un vehículo policial. Y la niña empezó a llorar desconsoladamente, mientras una agente, empezó a cachear a Sánchez por la espalda.

Entonces, se produjo la foto de enorme dramatismo humano que sería la portada al día siguiente o dos días después, de muchos periódicos del mundo, cómo “The New York Times”. Y la más reproducida para reflejar la tragedia de la inmigración de los indocumentados.
El autor fue el laureado y prestigioso fotoperiodista norteamericano John Moore, de la agencia “Getty Images”, que había acompañado a esa patrulla toda la noche.
Moore, con muy buen instinto periodístico, decidió enfocarse en la niña que lloraba histéricamente e ignorar a los adultos.
Puso, presuntamente, una rodilla en el suelo para bajar a la altura de la niña y empezó a disparar, aprovechando la poca luz que salía de un vehículo policial cercano.
“Veía en su carita asustada el miedo y la desesperación por estar separada de su madre”, comento después Moore, que admitió que sintió entonces un sosiego y el alma en vilo, porque tiene una hija casi de esa edad.

Y esa noche, Moore, un premio Pulitzer de Periodismo y considerado el mejor fotoperiodista en temas de inmigración en el mundo, tomó la mejor foto de su larga vida profesional, la de mayor repercusión, a nivel mundial.

Días después, se llevaron a cabo en todo el país, protestas, bajo la creencia que la niña fue separada de su madre, siguiendo las nuevas instrucciones del gobierno de Trump.
Ambas fueron llevadas a un Centro de Detención Familiar en Dilley (Texas). Se estima que unos 2,300 niños fueron separados de sus padres, que había entrado ilegalmente al país. Ahora no pueden localizar a la mitad de ellos.
La revista “Time” le dedico su portada semanal a Trump y Yanela, diciendo que había sido separada de su madre. Ese error fue subsanado inmediatamente en su versión digital y la revista pidió disculpas.

El padre de la niña, Denis Varela, dijo, desde Puerto Cortés (zona norte de Honduras) informó que su esposa y Yanela nunca fueron separadas.
Indignada, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, dijo que era vergonzoso que los demócratas y la prensa explotaran la foto de esta niña pequeña “para favorecer su agenda”. “Ella no fue separada nunca de su madre”.
Debido a las repercusiones de la foto de Yanela, Trump suspendió, temporalmente, el programa de separar a los padres indocumentados, de sus hijos.
Sánchez espera que a ella y a su hija, les den asilo y para ese fin está tramitando ese procedimiento. Tiene en contra suyo, que en el 2013, entró ilegalmente a Estados Unidos por Hebronville (Texas) y fue deportada a Honduras en diez días.
Y que el presidente Trump va a suspender la concesión de asilo, debido a la caravana de unos 3,000 centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos, caminando, desde México.

Sánchez decidió irse a Estados Unidos, por segunda vez, y llevarse a su hija menor sin avisar a su marido (que trabaja en la Portuaria de Puerto Cortes) ni a sus otras tres hijas. Para eso le pagó a un “coyote” seis mil dólares para ayudarla a atravesar Guatemala y México, un trayecto de más de 2,000 kilómetros.