Roma – Italia cumple un mes desde la detección del primer brote de coronavirus en el norte del país, que ha dejado ya más de 4.000 fallecidos, una cifra que supera a la de China, y el Gobierno estudia si las medidas de aislamiento impuestas son suficientes para frenar la pandemia.
El Ejecutivo italiano ha cerrado ya todos los parques públicos, ha prohibido los desplazamientos a las segundas residencias, ha clausurado escuelas y universidades, lugares de ocio y negocios no esenciales y ha limitado los movimientos de la gente por cuestiones laborales, de salud o por necesidad.
Pero estas medidas no están consiguiendo, de momento, frenar la propagación del virus e Italia cuenta ya con más de 47.021 contagios totales desde que se detectó el brote a finales de febrero, incluidos los fallecidos, los enfermos actuales y las personas curadas.
Por ello, las regiones del norte del país, las más afectadas, piden al Ejecutivo que endurezca aún más estas medidas, que interrumpa toda actividad productiva no esencial y el transporte público que todavía funciona y que controle con firmeza que se respeta el confinamiento temporal.
ALGUNAS REGIONES ADOPTAN SUS PROPIAS MEDIDAS RESTRICTIVAS
De momento, algunas regiones, como el Véneto, están tomando sus propias iniciativas y su presidente, Luca Zaia, anunció este sábado que mañana solo abrirán farmacias, parafarmacias y quioscos, mientras que los supermercados permanecerán cerrados.
«Es un sacrificio que pido, pero esta lucha la debemos combatir en equipo», declaró.
La cuestión sobre si los supermercados deberían permanecer abiertos o no los días festivos y si el Ejecutivo debería limitar los horarios de apertura genera división en el país.
El ex primer ministro y líder de la gobernante Italia Viva, Matteo Renzi, ya ha dicho que esta medida sería un error porque crearía largas colas y se incrementaría el riesgo de contagios, lo mismo que opina el consejero de Sanidad de Lombardía, Giulio Gallera, quien argumenta que sería muy difícil que la gente respetara el metro de distancia recomendado.
Pero en Lombardía también quieren más acciones y su presidente, Attilio Fontana, ha pedido al Ejecutivo que limite por decreto las actividades físicas y comerciales, así como las productivas que no se refieran a las cadenas de suministro esenciales.
El alcalde de Milán, capital de Lombardía, Giuseppe Sala, ha propuesto cerrar los estancos para contener lo máximo posible las salidas de las personas a la calle.
En la isla de Sicilia también se ha ordenado el cierre de los supermercados el domingo y, en Campania, las actividades de las oficinas públicas en más de 500 municipios, mientras que en Roma se han endurecido los controles policiales de carreteras para todos los vehículos.
LOS SANITARIOS ADVIERTEN DE QUE LOS HOSPITALES PUEDEN COLAPSAR
Italia cumple un mes desde que el 21 de febrero el país confirmara dieciséis casos positivos en el norte e identificara al llamado «paciente uno», pues el «paciente cero» no se ha encontrado por ahora.
Este «paciente uno» fue Mattia, deportista, de 38 años, sin ninguna conexión con China y del municipio de Codogno, a unos 60 kilómetros de Milán. Ahora, un mes después, está curado y recibirá el alta.
Como él, otros 5.000 pacientes han superado la enfermedad, pero otros muchos permanecen ingresados en los hospitales, en planta o en las unidades de cuidados intensivos, y muchos de estos centros corren el riesgo de colapsar por el creciente número de infectados diario.
El presidente de la región de Piamonte, Alberto Cirio, ha lamentado que las unidades de cuidados intensivos de la región están saturadas, el personal sanitario muy cansado y falta material médico.
En Italia hay una delegación de expertos chinos, que combatieron la propagación del coronavirus en la ciudad de Wuhan, foco del brote, y que ahora ayudan a los investigadores italianos a contener el COVID-19.
El vicepresidente de la Cruz Roja de China y responsable de este equipo, Yang Huichuan, advirtió esta semana al país de que hay todavía demasiada gente en la calle y que hay que imponer aún más medidas restrictivas.
Un equipo de médicos del municipio italiano de Brescia liderados por el jefe de cardiorreanimación Sergio Cattaneo ha pedido al Ejecutivo que «cierre todo» e impida que «la gente siga circulando».