Panamá – La mitad de los cerca de 30 millones de migrantes de Latinoamérica son originarios de Mesoamérica, principalmente de zonas marcadas por una fuerte presencia de empleo agrícola y un mayor porcentaje de personas sin educación secundaria, por factores como la pobreza y la violencia.
Esos son los principales hallazgos del estudio «Mesoamérica en tránsito», elaborado por la FAO y difundido hoy por el ente mundial a propósito de la conmemoración del Día Internacional del Migrante.
El informe «ha permitido caracterizar los principales polos emisores de migrantes» en México, El Salvador, Honduras y Guatemala, «es decir, aquellos municipios donde se va más gente de la que llega a vivir, con una mayor intensidad», indicó el organismo mundial en una declaración distribuida por su oficina regional con sede en Panamá.
Entre otros datos relevantes, el documento precisa que «de los cerca de 30 millones de migrantes internacionales originarios de América Latina y el Caribe, cerca de 15 millones son originarios de Mesoamérica».
De esos cerca de 15 millones de migrantes, «más de 11 millones» son de México, y la mayoría de ellos se encuentra en Estados Unidos, en muchos casos en situación migratoria irregular.
La situación es similar para millones de migrantes originarios de los países del Triángulo Norte Centroamericano (El Salvador, Honduras y Guatemala), «que tienen como principal destino Estados Unidos y cuyo movimiento migratorio se da a través de México, conformando uno de los principales corredores migratorios del mundo», afirmó la FAO.
En términos generales, el estudio expone que en El Salvador y Honduras los municipios expulsores de migrantes «tienden a tener una mayor tasa de pobreza, presentar viviendas con menor calidad de servicios básicos, contar con un mayor porcentaje de población sin educación secundaria y reportar un mayor peso de las actividades agrícolas en el empleo.
«Entre los principales factores relacionados con la migración en El Salvador se encuentran la pobreza en los departamentos de Ahuachapán, Cabañas, San Vicente y Sonsonate; la vulnerabilidad ambiental en Chalatenango, Cuscatlán, La Libertad y San Salvador; y los problemas de violencia en La Paz, Morazán y San Salvador», precisó FAO.
En el caso de Honduras, el organismo mundial señaló que «la migración está fuertemente relacionada con la falta de oportunidades, pobreza y violencia en el noroeste del país y con la vulnerabilidad ambiental en la zona centro-sur».
«Aunque en Guatemala se observa una relación menos fuerte del comportamiento migratorio en función de las características territoriales, la tasa de expulsión aumenta en los municipios donde el porcentaje de población sin educación secundaria es mayor», dijo FAO.
En México, los municipios expulsores tienen mayores niveles de pobreza y manifiestan una fuerte presencia del empleo agrícola, de acuerdo con el estudio, que agrega que «la migración en este país está relacionada con la pobreza en la zona sur y con la violencia en el occidente, noroeste y noreste; mientras que los problemas de vulnerabilidad ambiental parecen ser transversales».
Para FAO, los hallazgos de su estudio «sugieren que una política orientada a mitigar la magnitud de la migración debe considerar cómo las características territoriales influyen en la decisión de migrar», pero también «plantean la necesidad de entender mejor el impacto de la migración en los lugares de origen, así como el papel de las remesas y de los migrantes que deciden regresar».
«Por esta razón, la FAO pone a disposición de los Gobiernos de México, Guatemala, Honduras y El Salvador toda su capacidad técnica para ayudar a construir mejores oportunidades de desarrollo en los territorios rurales», señaló el oficial de Desarrollo Rural de la FAO, Luiz Carlos Beduschi.
El funcionario aclaró que «el posicionamiento de la Organización no significa una intención de retener para siempre a las personas en sus lugares de origen, sino de garantizar que tengan las condiciones necesarias para decidir libremente si permanecen en casa o si migran a otro lugar».