Ciudad Juárez (México) – Tras una “odisea” de miles kilómetros y varios países, el músico mexicano Javier Don Lucas Pelayo logró escapar de los bombardeos en Ucrania y regresar a su natal Ciudad Juárez con su mujer e hijo, según narra a Efe desde la frontera con Estados Unidos.
Javier, de 33 años, su esposa Lesia y su hijo de tres años, Olexander, lograron escapar hace casi dos semanas de la guerra en Ucrania, sumándose a los más de 2.8 millones de refugiados que ha dejado ya el conflicto, según las cifras que actualiza diariamente la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).
El licenciado en música, oriundo de la fronteriza Ciudad Juárez, comenzó su aventura europea, por trabajo y estudios, hace ya varios años.
En Polonia conoció a su esposa, bailarina de ballet en Ucrania, país al que se mudaron hace ya cinco años y donde él trabajaba de maestro.
Cuando comenzó la guerra, ese fatídico 24 de febrero, toda la familia se hallaba en Kiev para arreglar la documentación oficial de su hijo y poder así salir del país.
Desde la capital ucraniana, comenzó su periplo para poder escapar de una nación cada vez más peligrosa y con menos vías de salida, apoyados en primer lugar por Thomas, un hombre de origen mexicano que les dio cobijo en la primera jornada.
En esas primeras horas se resguardaron también en un búnker, a varios metros bajo tierra, para escapar de las bombas, mientras buscaban maneras de salir de la ciudad.
Algo que finalmente lograron por tren.
La huída de Kiev
“Después fue una larga odisea para llegar al tren con mi familia, en la estación había más de dos mil personas que buscaban un espacio. El jueves que tomamos el tren, a las 6 de la mañana, comencé a mandar audios a la Embajada mexicana para que vieran la situación en la que vivíamos”, declaró este martes a Efe el hombre, que era director de una academia de música en Ucrania.
Javier, todavía con los nervios a flor de piel, recordó que en ese tren abarrotado llegó a perder de vista a su esposa entre la multitud, aunque finalmente lograron reencontrarse dentro del convoy y estar los tres unidos.
“Cuando estaba avanzando el tren mucha gente no dejaba de llorar porque perdía a sus seres queridos”, rememoró el hombre, quien pidió a instituciones internacionales que apoyen a la población civil, especialmente a los infantes.
Tras largas horas en el tren, llegaron a Leópolis, casi en frontera con Rumanía, desde donde hicieron el último tramo en bus y otros transportes terrestres hasta arribar a la ciudad de Bucarest, capital de Rumanía.
La salvación de México
El pasado 4 de marzo, un avión de la Fuerza Aérea Mexicana procedente de Rumanía aterrizó a la capital mexicana con 81 personas evacuadas desde Ucrania, en su mayoría mexicanos residentes en el país invadido por Rusia.
En este primer avión —el segundo se encuentra ahora mismo en la región para rescatar a una segunda tanda de personas— se evacuó a un total de 81 personas: 44 mexicanos, 28 ucranianos, 7 ecuatorianos, un peruano y un australiano, además de un perro.
Javier ahora se encuentra a salvo, pero lamentó haber dejado atrás buena parte de su vida tras una difícil decisión que se tomó “con la cabeza fría”, pero con mucho dolor.
Llegó a Ciudad Juárez prácticamente con lo que llevaba puesto, sin sus instrumentos de música, sus muebles e incluso sus mascotas.
“Hubo un punto en donde el dinero no importaba, no había de dónde sacar dinero. Pero la oración de la gente nos ayudó”, dijo el hombre, cuyo “mayor deseo” es el fin de la guerra.
“Que se piense cuánto vale la vida humana”, concluyó.
Aunque su caso es diferente, al tratarse de un mexicano que regresa a su tierra natal, en la frontera norte del país se han dado también desde comienzos de marzo las primeras llegadas de decenas rusos y ucranianos que escapan de la guerra y, como tanto otros miles de migrantes, buscan cruzar a Estados Unidos para comenzar una nueva vida.