Displaced Syrian children sit in a small truck, as they head to the area where their family and others will settle in, after fleeing violence of Maarat al-Numan town, near the Turkish border, Northern Syria, 28 December 2019 (issued 03 January 2020). EFE/EPA/YAHYA NEMAH

Naciones Unidas – El subsecretario general de la ONU para la coordinación de Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, ha alertado este lunes de la «horrible» situación que se vive en el noroeste de Siria, en donde cree que se han registrado 900.000 personas desplazas desde el 1 de diciembre, la gran mayoría mujeres y niños, por lo que ha pedido un alto el fuego.

«Están traumatizados y obligados a dormir al aire libre con temperaturas gélidas porque los campamentos están llenos. Las madres queman plástico para mantener calientes a los niños. Los bebés y los niños pequeños mueren a causa del frío», relata Lowcock en un comunicado.

Según ha explicado, la violencia en el noroeste de Siria es indiscriminada y las instalaciones de salud, las escuelas, las zonas residenciales, las mezquitas y los mercados han sido afectados.

«Las escuelas están suspendidas, muchas instalaciones de salud han cerrado. Existe un grave riesgo de brotes de enfermedades. La infraestructura básica se está desmoronando», alerta el representante de Naciones Unidas sobre el terreno.

Lowcock dice que está recibiendo informes de que los asentamientos para personas desplazadas están siendo «atacados», lo que deriva en muertes, heridos y más desplazamientos.

«Está en marcha una gran operación de ayuda, al otro lado de la frontera con Turquía, pero está saturada. Los equipos e instalaciones que utilizan los trabajadores humanitarios están siendo dañados. Los propios trabajadores humanitarios están siendo desplazados y asesinados», alerta Lowcock, que describe la situación en la zona como «horrible».

A su juicio, «la mayor historia de terror humanitario del siglo XXI solo se evitará si los miembros del Consejo de Seguridad, y aquellos con influencia, superan los intereses individuales y ponen en primer lugar una participación colectiva en la humanidad. La única opción es un alto el fuego».

Pese a las enésimas negociaciones entre Rusia, aliada de Damasco, y Turquía, valedora de la oposición siria, para rebajar la tensión en el noroeste de Siria, las tropas del presidente Bachar al Asad han ido tomando la mitad de la zona desmilitarizada acordada para intentar contener el conflicto.

En septiembre de 2018, en la ciudad rusa de Sochi, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, acordaron la creación de una franja de entre 15 y 20 kilómetros de ancho, que abarca las provincias de Hama, Idlib, Alepo y Latakia, para dividir las posiciones de las tropas sirias y la oposición armada.

Según estimaciones ofrecidas a Efe por The Carter Center, que cuenta desde 2016 con un proyecto de «Mapping Syria» para el conflicto, «el área que el Gobierno sirio ha capturado en la zona de distensión desde que comenzó su ofensiva en abril de 2019 es de 2.230 kilómetros cuadrados», de los aproximadamente 4.800 kilómetros de superficie.