Venecia (Italia) – Fantasmas, sueños y recuerdos sueños en «The Eternal Daughter», con una Tilda Swinton divida en dos personajes, frente a una historia clásica basada en hechos reales, «Il signore delle formiche», de Gianni Amelio, dos filmes opuestos presentados este martes en la competición de la Mostra.
Mejor recibida «The Eternal Daughter», de la británica Joanna Hogg, que el filme italiano, dirigido por el veterano Amelio, cuando la 79 edición del Festival de Venecia ya ha proyectado 16 de los 23 filmes que luchan por el León de Oro.
A falta de títulos muy esperados, como «The Son», de Florian Zeller; «No Bears», de Jafar Panahi, y, sobre todo, «Blonde», de Adrian Dominik, la jornada de hoy dio un respiro tras la locura de los últimos días y permitió ver con tranquilidad dos filmes muy diferentes y cuyo resultado fue lo contrario a lo previsto.
No muchos confiaban en «The Eternal Daughter» pese a contar con la siempre sólida Tilda Swinton, pero ha gustado mucho esta historia en la que la actriz anglo-escocesa da vida a dos personajes, una directora de cine y su anciana madre, que llegan a un hotel en un zona aislada de Gales, donde se enfrentan a sus recuerdos y a sus fantasmas.
Una historia casi teatral si no fuera por el paisaje galés, con sus nieblas y su luz difusa, que colabora a crear un ambiente fantasmal. Pero la acción se desarrolla principalmente en ese hotel al que llegan la madre y la hija, en el que sólo hay una recepcionista que hace todos los trabajos. Y algún otro personaje que aparece fugazmente.
No es la primera vez que la actriz se multiplicad en el cine. En «Suspiria» (2018), de Luca Guadagnino, se atrevió con tres personajes.
«Antes de hacer las dos parte de ‘The Souvenir’ (2019 y 2021) ya estaba pensando en hacer un filme de fantasmas y después de acabarlas volví a esta historia de una madre y una hija que había escrito hace años y junté las dos ideas», explicó Hogg en rueda de prensa.
Para este filme recuperó el personaje de Julie que en «The Souvenir» interpretaba la hija de Tilda Swinton, resaltó la actriz, que llevaba la mitad de su cabello teñido de amarillo en homenaje a Ucrania.
«Joanna y yo hablamos mucho sobre esta particular generación entre nuestras madres y las mujeres de nuestra edad. Ahora tenemos hijas de la edad de la de la historia de ‘The Souvenir’ y nos damos cuenta de lo diferente que es la relación entre madres de nuestra edad y nuestras hijas y la que teníamos nosotros con nuestras madres», señaló Swinton.
Al principio no estaba previsto que Swinton hiciera los dos papeles pero fue precisamente la actriz la que lo propuso y eso cambió completamente el filme.
Una película que durante la mayor parte del metraje no se entiende bien, algo plenamente consciente. «No tiene sentido al principio pero esperamos que tenga sentido al final, queríamos mantener el compromiso de no mostrar todo demasiado pronto y confiar en que la actuación de los últimos minutos fuera lo que diera sentido todo», dijo Swinton.
En «The Eternal Daughter» ademas, la actriz ha tenido que trabajar con el particular sistema de la directora que no escribe los diálogos de sus personajes, lo que hace que los actores se involucren mucho más en el proceso de creación, algo que Swinton conocía muy bien por sus anteriores colaboraciones.
«Me gusta poner la cámara frente a los actores y no complicarme con cuestiones técnicas», indicó la realizadora, que dio la replica a la actriz en cada escena, por lo que realmente los diálogos los crearon entre las dos. «Son conversaciones que no hubiéramos podido tener si no nos conociéramos desde hace tantos años», lo que era perfecto para el filme.
En el lado opuesto «Il signore delle formiche», una película que en principio iba a ser un documental sobre la historia de Aldo Braibanti, un dramaturgo y poeta italiano que en los años sesenta es acusado de ‘plagio psicológico’ una figura penal que desapareció en los ochenta y que se utilizaba para enjuiciar a homosexuales por haber sometido a su voluntad a otros hombres.
Amelio, que recibió la propuesta de Marco Bellochio, decidió hacer una ficción sobre la vida de Braibanti en una película protagonizada por Luigi Lo Cascio y que es «probablemente la mejor que he hecho», afirmó el realizador.
«Las fragilidades que Lo Cascio ha encontrado en Aldo Braibanti, los descubrí en mí mismo: viví una historia de amor atormentada, cuyo tormento no pasa. La película se benefició de esta perturbación», explicó Amelio.
«Creo que he dado el máximo con este filme y si no he dado el máximo es porque tengo mis limitaciones como director», agregó el realizador de títulos como «Niños robados» (1992) o «Lamerica» (1994).
Para Lo Cascio, Braibanti era una persona «enigmática, dividido entre sus certezas como maestro y sus fragilidades en el amor. Al ser acusado de plagio, elige el silencio y es ese silencio el que me ha impresionado».