Cleveland (OH) – Los latinos presentan una tasa de contagio tres veces más alta que cualquier otro grupo racial y étnico, según un estudio de la Universidad Johns Hopkins difundido este martes y que pone de relieve el impacto de la pandemia entre los hispanos.
La investigación concluyó que el hacinamiento y las condiciones de vida, la necesidad económica y el que muchos de ellos sean trabajadores esenciales contribuyeron a que la tasa de positivos en la comunidad latina fuera más elevada, tal como ya se vislumbraba.
«Sospechábamos que los grupos social y económicamente marginados estarían siendo duramente afectados por COVID-19», afirmó Diego Martínez, profesor asistente en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y uno de los autores del informe.
La investigación se basa en el resultado de casi 38.000 pruebas de COVID-19 hechas entre el 11 de marzo y el 25 de mayo dentro del sistema de salud de Johns Hopkins y en 30 clínicas ambulatorias ubicadas en la zona de Baltimore-Washington.
En concreto, de las 37.727 pruebas realizadas a adultos y niños, 6.162 resultaron positivas. La tasa de positivos entre los latinos fue del 42,6 %, significativamente más alta que las de quienes se identificaron como afroamericanos (17,6 %), de otras razas (17,2 %) y blancos (8,8 %).
«Es evidente que la exclusión sistemática de esta población de los servicios de atención de la salud ha contribuido a las disparidades que observamos actualmente», afirmó por su parte Kathleen Page, también profesora asociada en la Facultad de Medicina de la universidad y colaboradora en el estudio.
Los datos del estudio revelan además que los pacientes latinos tenían menos probabilidades de ser admitidos en el hospital (29,1 %) en comparación con los afroamericanos (41,7 %) y los blancos (40,1 %).
De los pacientes que fueron hospitalizados, los latinos eran más jóvenes, con edades que fluctuaban entre los 18 a 44 años, y «con mayor probabilidad eran varones (64,9 %)».
Page indicó que muchos de estos pacientes retrasaron su visita al hospital hasta que fuera absolutamente necesario porque «les preocupaban las facturas médicas y no estaban seguros de si podían recibir atención debido a su estatus migratorio.»
«La mayoría de los pacientes que he conocido no tienen derecho a beneficios, no tienen seguro médico y alquilan habitaciones en viviendas abarrotadas. La necesidad de trabajar, la falta de garantías laborales y las condiciones de vida de hacinamiento han dado lugar a una alta tasa de transmisión en esta comunidad», ahondó.