Tegucigalpa (Especial Proceso Digital /Por Lilian Bonilla)- Es diminuta, de tez trigueña, ojos oscuros de mirada profunda, cabello lacio. Es apenas una niña a las puertas de la adolescencia que susurra una canción y mira a través de una ventana desde la sala del sanatorio para pacientes psiquiátricos Santa Rosita.

– La migración, causante de la desintegración de millares de familias, tiene a miles de niños y niñas en crisis emocionales entre otros males mentales.

Los trastornos afectivos como depresión, bipolaridad, esquizofrenias, estados psicóticos, perturbaciones de personalidad y por consumo de drogas o alcohol, son los principales diagnósticos en los hospitales psiquiátricos del país, que cada día reciben más pacientes.

Voces y sombras que no duermen

Distante, ensimismada en su propio mundo, viendo a través de una ventana y tarareando una canción encontramos en una sala de mujeres del Hospital Santa Rosita, a -quien llamaremos- Rachell- ella es apenas una niña en su transición a la adolescencia, pero su corta vida ha estado a punto de terminar por culpa de las voces y sombras que no duermen y le acechan.

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