La migrante hondureña Caridad, camina en busca de asilo político en EEUU, junto a sus hijas, en las cercanías del Río Bravo, en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua (México), el 8 de febrero de 2021. EFE/Luis Torres

Ciudad Juárez (México) – El flujo de migrantes en la fronteriza Ciudad Juárez y los intentos de cruzar ilegalmente a Estados Unidos han aumentado en las últimas semanas tras el arribo de Joe Biden a la Casa Blanca y mientras se mantienen activas políticas de retorno instantáneas.

Como muestra del alza de este fenómeno, el pasado viernes al menos 47 migrantes de diferentes nacionalidades cruzaron el río Bravo para entregarse a la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, mientras que decenas más renunciaron de su intento al encontrar en la frontera miembros de la mexicana Guardia Nacional.

Es el caso de Caridad, quien después de haber salido de Honduras con sus dos hijas pequeñas, decidió cruzar la frontera para solicitar asilo político al Gobierno del demócrata Joe Biden, quien llegó al poder con una reforma migratoria bajo el brazo.

«Quiero que estudien ellas porque yo en mi país no tengo nada, no tengo ni casa, no tengo nada», dijo este martes la mujer para Efe.

Después de recorrer el borde del río Bravo, que va con escasa agua, Caridad y sus hijas encontraron un punto de frontera sin presencia militar y cruzaron para entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos con la intención de solicitar el asilo político.

«De donde venimos, hay mucha pobreza», contó la mujer antes de sacarse las zapatillas y cruzar el río. Y como ellas, decenas más han optado por buscar el sueño americano en las últimas semanas, si bien las autoridades migratoria consultadas por Efe no dieron cifras exactas.

Según datos oficiales proporcionados a Efe, en 2020 hubo 2.132 extranjeros que se presentaron ante las autoridades migratorias en el estado de Chihuahua.

REFORMA VS. DEPORTADOS

Entre las primeras medidas tomadas por Biden pocas horas después de llegar a la Casa Blanca estuvieron la congelación de la construcción del muro fronterizo con México, salvaguardar el programa DACA para indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños e incluir a los migrantes indocumentados en el censo de población.

También anunció la supresión definitiva de los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, en inglés) -conocido como «Remain in México»- que obligaba a los solicitantes de refugio en Estados Unidos a esperar su trámite en México.

No obstante, Enrique Valenzuela, coordinador general del Consejo Estatal de la Población (COESPO) del norteño estado de Chihuahua, recordó que la nueva política no ha impedido que muchos migrantes sean retornados bajo el Título 42.

«Sigue vigente el Título 42, que no tiene que ver con una política migratoria, sino sanitaria» expresó.

Durante la Administración de Trump, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) emitieron en marzo de 2020 el Título 42 como parte de la respuesta del Gobierno a la pandemia de covid-19.

Esta disposición señala que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) puede devolver por la fuerza a través de la frontera a migrantes que hayan entrado de forma irregular a Estados Unidos, sin darles la oportunidad de solicitar asilo o protección.

«Ahora no es el mejor momento para emprender el viaje y llegar a esta frontera con la intención de entrar a Estados Unidos», refirió el funcionario.

De acuerdo con datos oficiales, un total de 184.423 mexicanos fueron repatriados desde Estados Unidos en 2020.

De estos, 13.471 mexicanos fueron deportados por los puntos fronterizos de Chihuahua.

VIDA EN ALBERGUES

A raíz del incesante flujo migratorio que ha llegado al norte de Chihuahua durante años, Ciudad Juárez cuenta hoy con 16 albergues que pueden atender a unas 1.000 personas.

Pan de Vida cuenta con varias casas de colores blanco con azul que los mismos migrantes pintaron. Hay un patio amplio que cuenta con columpios y más juegos para niños.

Ismael Martínez, encargado de este alojamiento que hoy acoge a unas 150 personas, entre ellas a seis embarazadas, aseguró que el aumento reciente de la migración se debe a las nuevas políticas estadounidenses.

«Muchos migrantes vienen con falsas esperanzas y creen que al cruzar las autoridades norteamericanas los van a dejar ahí», dijo el activista, quien instó a tener un «plan b» de no arribar a Estados Unidos.

La mayoría de la gente que se encuentra en estos albergues son jóvenes de 18 a 23 años lastimados, mental o físicamente, durante la travesía o el cruce.

Los coyotes los trasladan, les cobran entre 4.000 y 5.000 dólares por sus servicios y, si resulta infructuoso el intento, los migrantes se ven en la fronteriza Ciudad Juárez a menudo desplumados.

En plena pandemia, a los peligros habituales se le suma el de contagiarse de covid. Y de hecho, hay albergues que se han destinado parcialmente o en su totalidad a casos confirmado o sospechosos de covid.

LOS PELIGROS DE LA FRONTERA

En Pan de Vida pernocta Fátima, una mujer salvadoreña de 32 años cuya travesía hasta Ciudad Juárez fue una peligrosa odisea.

Viajó en camión o en «aventones» (autostop), con su esposo e hijos pequeños. Con congoja, explicó que todavía recuerda todo el hambre que pasaron.

Hace casi 2 años que llegaron a Ciudad Juárez, donde fue secuestrada con su familia. Es por ello que aseguró vivir «con miedo».

Sobre la nueva oleada de migrantes, lamentó que los nuevos desconozcan la ley y las dificultades para entrar al país.

Ella, tras años de espera y ardua labor, espera arreglar su situación migratoria y entrar legalmente a Estados Unidos en noviembre, tras una cita ante la corte que evaluará su caso y el de su familia.

Como Caridad y Fátima, en esta árida urbe del norte de México se mezclan hoy recién llegados con una maleta de ilusiones y aquellos veteranos en el difícil de arte de sobrevivir a la migración, la precariedad y la crisis sanitaria.