Maciel Espinosa envuelve mercancía con las manos cubiertas con guantes desechables por precaución al coronavirus este miércoles en la bodega donde trabaja en el área de Prospect, en El Bronx, Nueva York. EFE/Ruth E. Hernández

Nueva York – El impacto del coronavirus en Nueva York, con al menos 173 casos confirmados, se siente ya en muchos negocios latinos, sobre todo restaurantes, algunos de los cuales han tomado medidas como reducir el número de empleados o el horario de trabajo.

«Estamos muy asustados, sabemos que esto va a ser un golpe a la economía, que todos los negocios van a sufrir, es una realidad que ya estamos viendo. Lo que tenemos que hacer ahora es cómo amortiguar un poco el golpe», dijo a Efe Quenia Abreu, presidenta de la Cámara de Comercio de Mujeres de Nueva York, que agrupa restaurantes, salones de belleza, compañías de construcción y tiendas, entre otros negocios.

«Han bajado las ventas, los restaurantes es uno de los sectores más afectados y los salones de belleza se están afectando bastante», afirmó Abreu, que esta semana comenzó a visitar pequeños negocios latinos en general para informarles de las ayudas que la ciudad tiene disponible para que puedan afrontar esta situación.

Los restaurantes «están vacíos, hay muy poca gente entrando» indicó para agregar que en las reuniones con dueños de negocios latinos algunos han manifestado que barajan la posibilidad de reducir empleados, y eso es lo que «queremos evitar».

«Por eso les estamos visitando, hablando con ellos sobre los nuevos programas de la ciudad» a través de la Administración de Pequeños Negocios, así como otras ayudas del estado y el Gobierno federal, indicó.

Agregó que entre los comerciantes, muchos de los cuales están en «shock» por lo que está sucediendo, se barajan opciones como cerrar más temprano, abrir sólo algunos días o eliminar eventos que realizan para la comunidad si continúa esta situación.

La preocupación tiene números, los 173 casos confirmados en el estado de Nueva York, el segundo con mayor número del país, solo por detrás del estado de Washington, de los cuales 36 se han reportado en la misma ciudad de Nueva York.

Ramón Durán y Angelina Castillo son dueños de restaurantes en la comunidad del Alto Manhattan y El Bronx, respectivamente, y ya han tenido que reducir el número de empleados y modificar sus horarios por el temor al coronavirus.

«Se ha reducido el horario de los empleados desde la pasada semana porque han bajado los clientes, que le tienen miedo a las personas que se sientan junto a ellos. Las ventas han bajado entre un 35 y 40 % al día. Los restaurantes se manejan diferente a una bodega, farmacia o supermercado porque la gente tiene la incertidumbre de que un empleado pueda estar infectado», indicó el comerciante.

Para «enfrentar la crisis», en lugar de 5 ó 6 empleados trabajando en un mismo turno en su restaurante, llamado «La casa del mofongo» y que sirve comida las 24 horas del día, tiene ahora sólo dos personas que trabajan ocho horas en cada uno de los dos turnos.

En el restaurante «Angelina», de Castillo, las ventas se han reducido más de un 50 %, lo que la ha llevado a cerrar antes y preparar menos comida.

«La gente está un poco inquieta, asustada, las ventas han bajado, la gente no quiere salir, antes había movimiento (de clientes) todo el día», comentó a Efe.

Castillo emplea a cuatro personas en dos turnos a los que ha reducido a seis las horas de trabajo en este negocio de la avenida Jerome en El Bronx. «Estamos positivos en que esto no se salga de control y las expectativas que estamos teniendo es que nos vamos a poder mantener», afirmó.

Los salones de belleza, otro negocio de atención directa al cliente y uno de los más visitados, no escapa a la crisis, aseguró Alexandra Vargas, propietaria de Happy Scissor, en El Bronx.

Su negocio también ha visto reducida las ventas a la mitad, lo que le que ha conllevado la pérdida de uno de los tres peluqueros y la atención al cliente limitada sólo a citas.

«Las personas vienen más a comprar productos para hacerse el lavado de caballo en casa» y han dicho que necesitan el dinero, que invertían en algo de confort, para abastecerse de productos de necesidad como agua, de higiene y de alimentos enlatados, indicó.

La preocupación por la propagación del virus también ha llegado a las bodegas, que se han convertido en sitio de encuentro de los vecinos.

«Es una situación compleja, uno está frente a frente con ellos (clientes)», dijo a Efe Radhames Rodríguez, presidente de la Unión de Bodegueros de EE.UU., que indicó que algunos miembros de esa organización han manifestado que han tenido bajas en las ventas, pero aún no han podido medir el impacto.

Maciel Espinosa y Víctor Hugo Senise trabajan en una bodega en el área de Prospect, en El Bronx, donde no se ha visto mermada las ventas aunque existe preocupación por el virus.

«A la gente le preocupa qué puedan pasar cosas graves, la velocidad con la que se está propagando», indicó Espinosa, que ha optado por usar guantes desechables en el trabajo como prevención al contagio.