Fotografía familiar cedida donde aparece el niño Tyler, de cuatro años, que fue enviado a un albergue para menores no acompañados en Los Ángeles y desde entonces solo se comunica dos veces con su padre, una por video llamada y la otra en persona, ésta última el pasado martes. EFE/ Foto familiar

Los Ángeles – Tyler tiene cuatro años, no le gusta dormir solo y siempre lo hace abrazado de su papá, pero desde hace diez días cuando fue separado de su familia y enviado a un albergue de menores migrantes en Los Ángeles sus noches son un martirio, y «esto le está causando un gran daño», asegura su padre, que lucha por recuperarlo.

«Me dijo que él tenía miedo en la noche porque dormía solo, y que no podía dormir, que por favor me lo llevara ya», relató a Efe Juan, el padre de Tyler, quién no quiso revelar su apellido.

«Mi niño está traumado por todo lo que le está pasando», añadió con voz entrecortada.

La pesadilla más reciente de esta familia oriunda de Escuintla, Guatemala, comenzó el pasado 3 de febrero, cuando Vilma, la tía de Tyler, se presentó en la oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Los Ángeles para una cita rutinaria.

Vilma, de 38 años, fue acompañada de su hija Thaily, de 8 años, y con quién comparte una petición de asilo, y de Tyler.

«Ella es la que cuida a Tyler. No había quién se quedara con él. Nosotros pensamos que todo estaría bien», explicó el padre.

La cita terminó con la detención con miras a la deportación de Vilma y de Thaily porque supuestamente no habían cumplido con una anterior.

Ese día, Juan recibió una llamada de las autoridades migratorias para que se presentara en las oficinas a reclamar a su hijo. «Era una táctica para arrestarlo también a él», dijo a Efe Mayra Todd, activista del Centro México.

La desesperación de Juan por recuperar a su hijo lo hizo llegar al edificio federal. La cita era en el séptimo piso pero el angustiado padre sólo llegó al tercero. Ahí se enteró que sobre él pesaba una orden de deportación y, con el corazón en la mano, decidió salir del edificio.

«Es muy doloroso ver la angustia de este padre. Tratamos en las siguientes horas de recuperar al niño pero fue imposible», relató Todd.

Ni la intervención del sacerdote Arturo Corral, de la Iglesia de Nuestra Señora Reina de Los Ángeles, La Placita, quién se presentó con un poder para reclamar al niño, sirvió para que las autoridades entregaran al pequeño.

El niño fue enviado a un albergue para menores no acompañados en Los Ángeles y desde entonces padre e hijo se han comunicado dos veces, una por video llamada y la otra en persona, ésta última el pasado martes.

Entre lágrimas, Juan cuenta que ese día su hijo le pedía que lo llevara a casa, y preguntó también por su tía Vilma y por su prima Thaily.

«Me tocó mentirle, le dije que su tía estaba trabajando y que Thaily estaba en una escuelita como la de él pero solo para niñas, que todo iba a estar bien», dijo Juan.

En base a casos pasados, Todd ve el panorama cuesta arriba: «Tenemos que trabajar en la liberación del niño, de la tía, de la niña, y después tratar de quitar la orden de deportación para que puedan ver al juez», explicó.

El abogado Peter Schey, presidente del Centro de Derechos Humanos y Leyes Constitucionales, y quién representa al pequeño, asegura que » la detención de Tayler fue cruel, ilegal e innecesaria».

Schey, uno de los abogados en los procesos que desembocaron en el Acuerdo Flores, que no permite la detención de menores por más de 20 días, destacó que hay miles de niños migrantes en la misma situación que Tyler.

«Hemos informado al Gobierno que Tyler debe ser tratado de acuerdo con los términos del Acuerdo Flores y el gobierno ha acordado liberarlo pronto y reunificarlo con su padre», informó.

Pero mientras llega ese día, Juan busca fuerzas de donde sea para luchar por su familia.

«Si nos deportan a Guatemala nos matan. Un familiar violó a mi sobrina y gracias a nuestra denuncia lo metieron a la cárcel, pero él no perdona y nos amenazó, y sabemos que puede cumplirlo», reveló.

Esas amenazas fueron las que hicieron que Juan, Tyler, Vilma y Thaily huyeran del país centroamericano en mayo de 2019 y se entregaran a las autoridades migratorias de Estados Unidos para pedir asilo.

«No entiendo porque nos pusieron la orden de deportación, si ni siquiera hemos visto a un juez», se preguntó el migrante, aunque en lo inmediato solo quiere reunirse son su hijo.

«Yo le dije: ‘Tienes que ser fuerte, tu eres un súper héroe como el hombre araña'», relató.