Tegucigalpa – Desde pequeño sabía que iba a plasmar su talento a través del arte de pintar, lo que no sabía era que con los años pasaría del lienzo a la piel. Se trata de Noé David Fermán Alvarenga, un joven talentoso de 28 años, retratista, tatuador, futbolista frustrado y pasante de la carrera de Arquitectura.
– Todo lo relacionado al arte es parte de mi vida. Mi sueño es ser arquitecto, incluso lo pensé antes de ser artista, externó.
– El artista que se queja por falta de apoyo es porque es un haragán. En el arte se busca la forma de sobresalir cuando se quiere, apuntó Noé.
– Aspira a tener una galería de arte y estudio de tatuajes en el mismo lugar, dijo.
Desde muy pequeño delineó con pincel en lo que convertiría su vida. Con acrílico pintaba los colores de lo que serían sus aspiraciones sobre el óleo que segmentaba cada uno de los pensamientos, todo sostenido en el caballete de las ideas que nunca dejaron de fluir, incluso en los momentos difíciles.
Fermán contó sus aspiraciones.Así se fueron creando las ilusiones de Noe Fermán, quien alardea a su padre, Jorge Franklin Fermán, un reconocido pintor primitivista y paisajista; sus dos hermanos: Jorge Fermán, influyente periodista deportivo, y Alba Marina Fermán, de profesión odontóloga, ambos con maestrías.
“Mis dos hermanos tienen maestrías, pero no soy menos feliz que ellos, porque disfruto lo que hago, que es lo que me apasiona”, remarcó.
“Crecí viendo pintar a mi padre y recuerdo varias exposiciones de sus pinturas, por eso cuando me preguntan desde qué edad pinto, les contesto que desde los 5 años, pero a medida pasaban los años me metía más de lleno en el dibujo”, describió.
Pese a la influencia de su padre, refirió: “Acepto que lo que él hace a mí no me gusta, lo siento aburrido, cuando miro sus obras son espectaculares, pero saber cómo se fabrican es lo que siento aburrido”.