Tegucigalpa – El cardenal Óscar Andrés Rodríguez pidió este domingo que nada ni nadie secuestre la Navidad de los hondureños y llamó a dar el protagonismo a quien lo merece, el Señor Jesús.
“Que no secuestren la Navidad, que no nos la secuestren los moles, las tiendas, las cocinas. El protagonista es el Señor Jesús”, externó durante la homilía dominical.
Reflexionó que la sociedad comercial ha puesto a otros competidores como “Santa Claus”, pero no debemos dejar que secuestren la Navidad.
“Todo está bueno para alegrarnos, pero el protagonista no puede ser ninguno de ellos”, enfatizó.
Seguidamente dijo que sin Jesús no hay Navidad y sería muy triste no abrirle la puerta en esta Navidad.
Al respecto, exhortó a pedir por los hermanos hondureños que tendrán que vivir la Navidad en la pobreza extrema, en la soledad, en el desempleo, en la enfermedad de la COVID-19, en la condición de refugiados y emigrantes.
A todos estos hermanos hay que darles un poquito de alegría y que la Navidad llegue hasta los últimos rincones de Honduras, externó el obispo de Tegucigalpa.
En la medida de las posibilidades de cada uno instó a ser como el ángel que anunció a la Virgen María el nacimiento del Niño Jesús.
Todos pueden compartir, unos centavos, una oración o una comidita, razonó el cardenal hondureño.
Finalmente rogó buscar la santidad a través de la Eucaristía, “la autopista para la santidad”, recibiendo al Señor podamos responder “aquí estoy hágase en mí según tu palabra”.
A continuación Departamento 19 reproduce la lectura del día tomada del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.