Varsovia – El autor de un libro recién publicado en Polonia que aporta datos sobre el conocimiento que el papa Juan Pablo II debió tener de casos de pedofilia en el clero polaco afronta una dura reacción en el país pero cree que es una oportunidad para reescribir una biografía más verdadera del pontífice.
«Las primeras reacciones de muchos políticos y de algunos obispos han sido bastante violentas. El arzobispo de Cracovia calificó las revelaciones en el libro de un segundo atentado contra la vida de Juan Pablo II», reconoce a EFE Ekke Overbeek, el periodista holandés residente en Polonia autor de «Máxima Culpa – Juan Pablo II sabía» («Maxima Culpa – Jan Paweł II wiedział») , publicado el 8 de marzo.
«Mi primer encuentro con lectores en Cracovia se canceló por razones de seguridad. Veremos qué es lo siguiente que pasa», agrega el autor del polémico libro.
En él Overbeek describe casos de abusos sexuales contra menores que fueron encubiertos por la diócesis de Cracovia durante el tiempo en que la gobernaba Karol Wojtyła, quien posteriormente accedió al papado como Juan Pablo II.
Para averiguar si Wojtyła se enfrentó a casos de abusos sexuales como arzobispo, Overbeek examinó archivos del servicio de seguridad del régimen comunista SB (Służba Bezpieczeństwa) conservados en el Instituto para la Memoria Nacional y documentos judiciales.
También se reunió con testigos y víctimas que aún viven.
«Investigué el tiempo durante el cual fue arzobispo de Cracovia para saber si había tenido algún conocimiento de los sacerdotes que cometieron delitos sexuales contra menores antes de ser papa. Encontré pruebas de que hubo varios casos en aquel tiempo y, sí, tuvo conocimiento de ellos. Esto arroja una luz completamente nueva sobre su pontificado», defiende Overbeek.
Dos días antes de que se publicara el libro el canal privado de televisión «TVN 24» difundió un reportaje sobre el mismo asunto titulado «Franciszkańska 3», realizado por el periodista de investigación Marcin Gutowski y en el que también participó Overbeek.
Ambos documentos han provocado una fuerte reacción en la sociedad polaca y de varios políticos, especialmente del ultraconservador gobernante Ley y Justicia.
El 9 de marzo el Parlamento polaco, con el respaldo de políticos conservadores, aprobó una resolución «en defensa del buen nombre de Juan Pablo II» cuyos autores afirmaron que no dejarán «que se destruya la imagen de un hombre que fue el pilar de la victoria sobre el imperio del mal», en alusión a la Unión Soviética.
Además dijeron que Juan Pablo II es un símbolo de la vía de Polonia hacia su independencia y liberación de la esfera de influencia soviética.
El mismo día el Ministerio de Exteriores «invitó» al Embajador estadounidense para hablar de las actividades de uno de los canales de televisión del país, de capital estadounidense. Aunque no se mencionó qué canal, fuentes oficiales no ocultaron que el motivo de llamar al diplomático era el reportaje sobre Wojtyła.
«Cuando leí el libro antes de su publicación pensé que provocaría un choque sísmico en la Iglesia polaca. Sin embargo, no pude predecir la reacción histérica de políticos y algunos eclesiásticos», declara a EFE el profesor Stanisław Obirek, exjesuíta, historiador y teólogo de la Universidad de Varsovia.
Obirek explica que el mundo universitario y la opinión pública de Occidente sospechan desde hace años que Juan Pablo II sabía de casos de pedofilia entre el clero y que no era algo que le resultara difícil de creer. Sin embargo, este debate apenas se dio en Polonia.
«Era (Juan Pablo II) muy condescendiente con sus sacerdotes, pero no hallé prueba de que mostrara preocupación por los niños y adolescentes que habían sido objeto de abusos. La Archidiócesis de Cracovia no envió a un sólo representante siquiera a visitar a la familia de las víctimas», destaca Overbeek.
Dice a EFE que, en varios casos, víctimas de abusos de hace medio siglo le cuentan que es la primera persona que muestra interés.
«Los nuevos argumentos críticos son, hablando teológicamente, ‘felix culpa’, una culpa feliz que hará posible reescribir la biografía de Juan Pablo II. El hecho de que será más matizada ayudará a quienes basaron su fe en la autoridad del papa a entender que no es un buen ejemplo», agrega Obirek.
Overbeek dice que no quiere negar la importancia histórica de Juan Pablo II y su aportación a la restauración de la democracia en Polonia. «Quizás es el momento de dejar de idolatrarle como una estatua y mirarle como ser humano», resume.