Los Ángeles – En el desierto californiano de Mojave zumban las moscas sobre decenas de putrefactos burros salvajes masacrados a balazos por «uno o varios individuos», por los que, al estilo del Viejo Oeste, se ofrece una jugosa recompensa monetaria.
En la zona de Halloran Springs, cerca de un lugar donde hay contenedores con agua fresca para estos animales, Efe pudo ver diseminados entre los arbustos espinosos los restos de nueve burros.
De algunos solo quedaban partes desmembradas, pues habían sido devorados por animales salvajes.
Estos burros formaban parte de una manada de unos 120 ejemplares que tiene su hábitat en el monte Clark, según fuentes de la oficina de gestión de tierras (BLM) del Departamento del Interior.
Agentes de BLM comenzaron en mayo pasado a encontrar burros muertos a tiros en áreas del desierto de Mojave, entre Halloran Springs, California, y el pueblo de Primm, en la frontera con el estado de Nevada. Hasta ahora son 42 los cuerpos hallados.
«Encontraron más de 40 burros silvestres muertos a balazos, les están disparando cuando están en grupos, les disparan cuando llegan a lugares donde beben agua», dijo a Efe Madeline Bernstein, presidenta de la Sociedad para la Prevención de Crueldad contra Animales (SpcaLA).
«SPCALA está extremadamente enojada por esas prácticas, esto es lo que hacemos, prevenimos la crueldad contra los animales, es cruel dispararles y dejarlos morir sufriendo en el desierto», declaró.
BLM y varias organizaciones «a favor del bienestar» de la vida salvaje ofrecen una «recompensa» de 60.000 dólares «por información» para «arrestar» y «procesar judicialmente» a los responsables de las muertes de los asnos salvajes, que son descendientes de los que sirvieron a los buscadores de oro del siglo XIX.
Al pasar «la fiebre del oro en el Viejo Oeste estadounidense» y dejar de ser útiles para los buscadores del preciado metal, los burros quedaron abandonados a su suerte y hoy sus descendientes forman manadas de «adorables mascotas silvestres», dijo Bernstein.
Los burros salvajes son animales protegidos del «acoso, marcaje con hierro, captura o muerte» por la ley Wild Free Roaming Horses and Burros de 1971, promulgada por el Congreso y aprobada por el presidente Richard Nixon (1969-1974).
Los infractores de esta ley enfrentan una multa de 2.000 dólares o un año en la cárcel.
En el texto legal «se refieren a estos animales como un símbolo de Estados Unidos, del espíritu pionero del oeste, con una visión de que son animales históricos», destacó la directora de SpcaLA.
A lo largo de la historia hay registros de agresiones y «problemas con los burros y caballos salvajes que andan libres en California», dijo Bernstein sobre las razones por las que SpcaLA cabildeó para que se los protegiese con una ley.
«A los hombres en caballos ‘mustang’ les gusta cazarlos y hay hacendados que creen que compiten por pasto y agua con animales de su propiedad», indicó.
Una masacre similar a la de ahora ocurrió en 1953 en el cañón Homewood, cercano a Trona, California, en donde medio centenar de burros salvajes fueron muertos a balazos.
Ha habido ocasiones en las que «el mismo gobierno ha querido matar parte de la población (de burros) para manejar la demografía y hemos objetado con muchos abogados a favor del bienestar de los animales», afirmó Bernstein.
Sarah Webster, vocera de BLM, dijo a Efe que en los estados del oeste estadounidense hasta el 1 de marzo de 2019 la población de burros salvajes era de 16.198, de los cuales en California eran 4.727, porque hoy hay que descontar los 42 muertos por disparos de armas de fuego.
«Para el BLM es raro encontrar un crimen horrendo como este que ocurre en la jurisdicción de Needles, California», declaró Webster.
«Las muertes de burros en tierras públicas ocurren, pero la mayoría de veces son por causas naturales», contó.
La funcionaria sólo pudo adelantar que la matanza de los borricos fue «con rifle». La «investigación está en curso», porque «es responsabilidad de BLM mantener a los burros seguros y saludables», dijo Webster.
Stephanie Boyles, científica para la Protección de la Vida Silvestre de la organización «The Humane Society», dijo a Efe que inspirados en la obra «Platero y yo», del escritor español Juan Ramón Jiménez (1881-1958), ganador del Nobel de Literatura en 1956, crearon el «Proyecto Platero».
Los fondos para el proyecto de protección de los burros los aportó un donante anónimo, que, al conocer de la matanza «sumamente triste» e el desierto de Mojave, donó más de la mitad de los 60.000 dólares de recompensa «para arrestar» al autor o autores.
«Bajo estas horribles circunstancias queremos concienciar sobre la importancia cultural e histórica de estos animales para el suroeste estadounidense», declaró Boyles.