Fotografía cedida por la activista estadounidense Anamichelle Castellano donde aparece mientras posa junto a una niña de las familias migrantes que recibieron este viernes los regalos de navidad que las autoridades de ese país no le permitieron dar en el mes de diciembre. EFE/ Cortesía Anamichelle Castellano

Tucson (AZ) – La estadounidense Anamichelle Castellano pudo este viernes entregar a las familias migrantes en México los regalos de navidad que las autoridades de ese país no le permitieron dar en el mes de diciembre.

«Finalmente los regalos llegaron a la manos de estas familias y precisamente hoy el Día del Amor y la Amistad. Fue algo muy especial», dijo a Efe Castellano vía telefónica desde la zona fronteriza de Texas.

La mujer, quien junto a su esposo dirigen la Fundación Socorro, fue detenida el pasado 23 de diciembre cuando cruzó el puente internacional de Brownsville hacia Matamoros (México).

Iba en un automóvil cargado de regalos para los migrantes que han pedido asilo en Estados Unidos y deben esperar en territorio mexicano en el marco del programa Protocolos de Protección a Migrantes (MPP).

Tras cruzar la frontera, el automóvil de Castellano fue sometido a una revisión de rayos X en la que los agentes mexicanos hallaron una caja con municiones que su esposo se olvidó de sacar antes de emprender viaje.

México cuenta con severas leyes federales en contra del contrabando de municiones y armas de fuego, y por ende la mujer fue detenida durante dos días, por un tiempo junto a su hija de nueve años y después sola.

Tras su liberación, Castellano comenzó a presentar todos los documentados necesarios para que le regresaran el auto y los regalos. Luego, una jueza federal en México la sentenció a seis meses de trabajo comunitario.

«Me dijo que el trabajo comunitario que hago con los migrantes puede servir para cumplir con este requisito», señaló.

Este viernes, Castellano cruzó otra vez el puente internacional y finalmente pudo llegar al campamento en la mexicana Matamoros, donde se estima hay alrededor de 3.000 migrantes, la mayoría centroamericanos y, según la mujer, entre ellos unos 550 niños.

Los menores recibieron patines, carros, muñecas, pelotas, aviones, libros para colorear , entre otros regalos que buscan alegrar su estancia en los improvisados campamentos.

«Estas familias tienen muchas necesidades y es muy satisfactorio poder llevarles un pequeño regalo», dijo.

En su opinión, las duras condiciones que afrontan estos migrantes han sido provocadas por el Gobierno de Estados Unidos al obligarlos a vivir de esta manera.

Catellano llevo no solo los regalos que no pudo entregar en las pasadas navidades, sino también más cosas que pudo comprar gracias a donaciones que recibió después de que su historia se hiciera pública.

«Nuestro trabajo no parará (…) Son personas muy fuertes, pero necesitan de la ayuda de todos», aseguró.