Los Ángeles – Con un familiar fallecido y otra luchando por su vida en el hospital por el coronavirus, Oliver González, su esposa y sus dos hijos están tratando de resistir el creciente asedio de la pandemia de covid-19 a Los Ángeles, que los mantiene encerrados en su casa, con una mascarilla puesta, esperando el resultado de una prueba para saber si el padre está contagiado por segunda vez.
“Se ha estado sintiendo muy, muy mal. Le cuesta respirar. Tenemos miedo que esté contagiado nuevamente”, relató a Efe Alicia Hernández, esposa de Oliver.
“Es una pesadilla de la que por más que uno quiera no se puede despertar”, agrega la inmigrante sobre el golpe que la pandemia ha asestado a su hogar y su familia.
La zozobra que vive esta familia mexicana se extiende en todos los hogares de Los Ángeles, el condado más poblado de Estados Unidos, que es el foco de la pandemia en la nación y está en camino a registrar un millón de contagios con 975.299 positivos hasta el 14 de enero.
LA MASCARILLA NECESARIA EN LA CASA
La situación es tan crítica que las autoridades de salud están pidiendo a sus residentes que usen la mascarilla dentro de casa. El llamado es en especial para la comunidad latina.
“Es muy importante para nosotros los latinos porque es muy común que vivamos con varias generaciones bajo el mismo techo, y aunque los más vulnerables de la casa no están a saliendo, otros necesitan salir y traen el virus”, explica a Efe la doctora Yohualli B. Anaya, especialista en medicina familiar del Centro Médico Santa Mónica de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA).
Para Anaya, esta práctica no es nueva. Ella utiliza la mascarilla dentro de casa desde el comienzo de la pandemia. La doctora mexicana y su esposo han tratado pacientes con coronavirus y no quieren contagiar a sus padres, que son sus vecinos.
“No fue fácil; al principio sentían que era una especie de rechazo, una exageración”, matiza la doctora, que incluso recomienda comer en horas diferentes a los miembros de la casa.
LA CUMBIA QUE NO SUENA MÁS
Esa presión por regresar a la camaradería y la unión características de los latinos la ha sentido Oliver. El mexicano es el fundador y director de “Los Amos de la Kumbia”, un grupo musical que desde hace cuatro años iba en ascenso, y que paró todas sus funciones en marzo pasado.
Por meses Oliver recibió varios llamados de los miembros de su grupo para retomar al menos los ensayos. Sin embargo, como explica Alicia, la experiencia del contagio de toda la familia en junio pasado, cuando Oliver tuvo que regresar a trabajar arreglando computadores y celulares, les enseñó que el peligro aún no ha pasado.
“Nosotros nos cuidamos, y nos encerramos con nuestros hijos. No salíamos, pero apenas él regresó al trabajo nos contagiamos, y fue algo muy difícil, especialmente para Oliver”, describe Alicia, tratando de mantener el ánimo.
La inmigrante mexicana resalta que la enfermedad “le dejó bastantes secuelas» a Oliver, de apenas 40 años y sin ninguna condición preexistente.
“Un día está bien pero de repente es como si la enfermedad hubiera regresado. Tiene dolores de cabeza, cansancio, dolores en el pecho”, asegura Alicia sobre su esposo y padre de sus dos pequeños, Natalia y Oliver Jr.
UNO DE CADA TRES, CONTAGIADOS
Un reciente modelo científico elaborado por las autoridades de salud del condado y revelado esta semana encontró que uno de cada tres residentes de Los Ángeles ha sido infectado con el coronavirus desde marzo cuando llegó la enfermedad, y que miles no supieron que estaban contagiados.
Eso significa que más de tres millones de los 10 millones de residentes del condado han sido infectados, incluidos los 13.234 fallecidos por la covid-19, según los datos a este jueves.
Esta última cifra incluye a uno de los integrantes de “Los Amos de la Kumbia”: Antonio García, de 45 años, voz y baterista de la agrupación. El mexicano era primo hermano de Alicia y se enfermó a finales de diciembre. “Lo tuvieron que llevar al hospital y como no había cupo lo dejaron en las carpas como dos días”, relata la inmigrante.
Antonio murió el viernes pasado, dejando a sus tres hijos huérfanos.
Con Oliver sintiéndose muy mal, y el riesgo de que nuevamente haya contraído el virus, esta pareja está teniendo que vivir el luto de la perdida de su familiar y la voz de su agrupación encerrados en casa.
HOSPITAL, SINÓNIMO DE MUERTE
De alguna manera Alicia se siente culpable de no haber podido compartir con su primo todas las recetas y remedios caseros con los que está tratando de evitar que su esposo llegue al hospital. Y es que dentro de la comunidad latina de Los Ángeles la llegada de una persona por coronavirus a una sala de emergencia se ha convertido en sinónimo de muerte.
Desde hace varias semanas la capacidad de las unidades de cuidados intensivos de Los Ángeles, y de varios condados del sur de California, es cero.
Alicia y Oliver están hoy esperando la evolución de su prima Zoila León. La mexicana se contagio y terminó en una cama de hospital desde la semana pasada.
“Llamaron a los hijos para que se despidieran y la desconectaron, pero ella aún está luchando por su vida”, relata Alicia con un nudo en la garganta, esperanzada en que sus oraciones ayuden a su prima.
La situación en Los Ángeles es tan preocupante que ha llevado a la Junta de Supervisores a considerar este viernes otros cierres de negocios, como los centros comerciales y tiendas de ropa que están funcionando al 25 % de su capacidad.
“Por favor tengan cuidado”, implora Anaya.
“Todos somos vulnerables, incluso los más jóvenes que puedan no presentar síntomas. Ellos pueden contagiase y llevar el virus a alguien que puede morir”, insiste en un mensaje que espera sea escuchado dentro y fuera de Los Ángeles.
Desde su apartamento, Oliver, Alicia y sus hijos también se han convertido en megáfonos de este mensaje.
“Nadie quiere pasar por esta situación. Piensen en todas las personas que estamos perdiendo, todos los huérfanos que están quedando. El dinero y la comida de alguna parte saldrán, pero por favor sigan las recomendaciones, usen la mascarilla en casa”, expresó Alicia.