Santa Marta (El Salvador) – «Soy una mujer campesina, madre, esposa». Así se describe Vidalina Morales, una luchadora social como pocas en El Salvador, que defiende derechos y rompe estereotipos en momentos en los que el país centroamericano atraviesa situaciones políticas y sociales «críticas».

Conocida como Vida, esta mujer nació en una zona rural del municipio La Virtud en Honduras, pero a los 18 años, juntó al padre de sus cinco hijos, se mudó a la localidad de Dulce Nombre de María, en el departamento salvadoreño de Chalatenango (norte).

La activista, de 55 años, pasó de servir en la Iglesia católica y participar en actividades sociales de su comunidad a colaborar para la guerrilla en tareas de cocina durante la guerra civil salvadoreña (1980-1992), y finalmente, a luchar contra la minería y a ser la presidenta de la Asociación de Desarrollo Económico Social de Santa Marta (ADES).

La comunidad Santa Marta, en el departamento de Cabañas (norte), fue uno de los lugares más golpeados en el conflicto armado. La población huyó en 1981, por lo crítico de la guerra, a Honduras y regresaron años más tarde a la zona para repoblar.

Sus habitantes, entre ellos Vidalina, han pedido justicia ante casos de violaciones de derechos humanos y lideraron una extensa batalla contra la minería metálica.

Cocinar para «los compas»

El papel de la mujer salvadoreña fue fundamental en los años de guerra en el país. Y aunque con poco reconocimiento, la historia habla de guerrilleras, encargadas de logística, cocineras, madres y parejas de combatientes, y colaboradoras.

Vidalina apoyó en tareas de cocina y fue, junto con su pareja, parte de una de las organizaciones guerrilleras que dieron vida al histórico e izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

«Prácticamente, ese fue mi aporte, que no fue nada sencillo (…) Estaba criando a mis hijos, estaba atendiendo a los compas (guerrilleros), asumiendo roles en la comunidad», comenta a EFE la mujer, delgada y pequeña pero con temple.

Y agrega: «Fue muy buena experiencia, con muchos miedos en esos años. Había mucho temor».

En 1996, Vidalina se asentó en Santa Marta y comenzó a involucrarse en otros trabajos dentro de la comunidad, ya con la guerra concluida se daba paso a la reconstrucción comunal y social.

Señala que fue en 2000 cuando oficialmente fue parte de ADES -que surgió en 1993- y desde ese año hasta la actualidad ha desarrollado una labor de lucha social contra grandes injusticias.

«Han habido diversos momentos para empezar a adentrarme en lo que se volvió como una lucha muy fuerte como mujer, porque al final eso nos toca (a las mujeres), arrebatar puestos de liderazgo», dijo.

La luchadora, muy querida en su comunidad, asegura que para los hombres «es más fácil ejercer el liderazgo que para las mujeres».

«Los hombres tienen más accesibilidad de ejercer liderazgo sea como sea, tengan o no experiencia. No estoy en contra de eso, pero creo que este sistema nos ha mantenido sumergidas, nos ha relegado a determinadas labores que nos asigna la sociedad, como las labores de cuido», comenta.

Vidalina logró romper estereotipos y en 2015 fue nombrada presidenta de ADES, cargo que actualmente ocupa.

Lucha contra la minería

Una de las más fuertes y extensas batallas para Vidalina y su comunidad fue la lucha contra la minería metálica, que concluyó con la victoria en 2016 de El Salvador en un litigio legal contra la minera canadiense Pacific Rim, propiedad de la australiana Oceana Gold, y con la aprobación en el Congreso de una ley contra la minería en 2017.

«A partir que sentimos la amenaza nos involucramos, se crearon espacios y se posicionó el tema en muchas comunidades de Cabañas», dijo y señala que «fue una lucha con todos sus contratiempos, partes que no fueron tan agradables, amenazas y criminalización».

Pacific Rim, adquirida en 2013 por Oceana Gold, interpuso en 2009 una demanda contra El Salvador ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi), órgano dependiente del Banco Mundial, porque el país le negó unos permisos para explotar la mina de oro El Dorado, en Cabañas.

Vidalina está convencida «totalmente» que la minería es una industria de las «más nocivas para nuestro medio ambiente y para la vida misma».

Pero no termina ahí su lucha. La activista no pierde la oportunidad para afirmar que el país actualmente se encuentra «en un momento crítico», donde «está en juego la defensa de los derechos».

Hace referencia al régimen de excepción, implementado por el Gobierno del presidente Nayib Bukele para combatir a las pandillas, y trae a colación que uno de sus hijos fue víctima de la medida al ser capturado «arbitrariamente» en mayo de 2023.

Asegura que su hijo, que fue liberado 24 horas después «gracias a la denuncia social que hicimos», fue golpeado.

«Por la constante denuncia, mi hijo salió en libertad, pero no es la suerte de mucha gente que capturan», alerta.