Lisboa – Portugal anunció hoy que se limitarán los pasos fronterizos con España, reducidos al cruce de mercancías y trabajadores trasnacionales, y se reforzarán los controles sanitarios, mientras estudia la aplicación del estado de emergencia y evalúa el impacto del coronavirus en su economía.
Portugal y España limitarán a nueve los puntos de acceso a la frontera común, -la Raya, la más larga y antigua de Europa, con más de 1.200 kilómetros-, según adelantó el ministro luso de Administración Interna, Eduardo Cabrita.
El cierre para el tránsito de turistas en la frontera con España, anunciado el domingo por el primer ministro, António Costa, se materializará «en las próximas horas», tras nuevas conversaciones entre los Gobiernos de ambos países.
«Vamos a mantener un contacto muy próximo por teleconferencias», agregó el ministro, que subrayó que ambos países intensificarán también los controles sanitarios en su frontera común.
«Es fundamental mantener la economía funcionando. Las mercancías no son transmisoras del coronavirus. Tenemos que mantener la cadena de alimentación», añadió el ministro en una rueda de prensa.
El anuncio se ha traducido de inmediato en una caída del movimiento fronterizo y tendrá, a corto plazo, un importante impacto en la vida económica de las regiones próximas a la Raya.
En la zona de Vilar Formoso (Portugal) y Fuentes de Oñoro (Salamanca, España), un paso por el cruzan a diario 5.000 turismos y 3.000 camiones, el tráfico se desplomó hoy un 30 por ciento.
Algunas cadenas piensan ya en la posibilidad de aplicar un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).
Es lo que ha ocurrido en la empresa española donde trabaja Petrov Honcharuk, residente en Aveiro (Portugal), que regresaba hoy a su casa desde Valladolid por el cierre temporal de su compañía.
Manuel, dueño de un supermercado en el lado portugués, reconocía a EFE que apenas han acudido españoles a comprar este lunes y que se prepara para un mes difícil.
También las gasolineras españolas cercanas a la frontera se resentirán porque miles de portugueses cruzan a diario para repostar aprovechando que el combustible es, de media, 15 céntimos más barato en España.
Portugal, con 331 casos confirmados, amaneció a medio gas. Sin colegios, con cientos de establecimientos cerrados y miles de personas teletrabajando desde sus casas.
El Gobierno, que decretó el pasado viernes el estado de «alerta», llama a los portugueses a la calma, a potenciar el teletrabajo y reducir sus salidas, a la espera a la reunión del Consejo de Estado, convocada para el próximo miércoles por el presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, para analizar la aplicación del estado de emergencia que, en la práctica, supondría una limitación de movimientos similar a la que vive España.
El «estado de alerta» se ha traducido, en las últimas horas, en la reducción de aforo y horarios de supermercados y grandes superficies, la suspensión de consultas médicas para casos no urgentes y el cierre de la mayor cadena de cines del país, entre otras medidas.
El Gobierno ha abierto la puerta al teletrabajo en algunos departamentos del sector público y los bancos han limitado desde hoy la atención presencial en sus oficinas.
El turismo, motor de la economía lusa, es el más golpeado. La patronal hotelera portuguesa estima que la crisis supondrá pérdidas superiores a los 800 millones de euros, aunque medios locales cifraron en unos 4.000 millones de euros mensuales el impacto del desplome económico en el país provocado por el coronavirus.
Las postales de grandes ciudades, como Lisboa y Oporto, mostraban hoy calles semivacías y tiendas cerradas, aunque todavía muchos bares y restaurantes mantenían sus terrazas abiertas, algunos establecimientos anunciaban rebajas de última hora y aún se podía ver a grupos de turistas paseando por el centro de la capital.