Tegucigalpa – El cardenal Óscar Andrés Rodríguez, celebró este domingo sus 50 años de sacerdocio, durante la homilía celebrada a puerta cerrada en la Basílica Menor de Suyapa.

El prelado cuestionó que vivimos en una sociedad que ha hecho del éxito personal, su ídolo más preciado.

Durante la eucaristía, el purpurado pidió a los feligreses transitar por el camino de la generosidad, trabajar al servicio de los demás, ser solidarios, luchar por la justicia, fidelidad a la voluntad de Dios.

Cuestionó que “hoy somos conscientes de la dificultad que implica hablar de la cruz en una sociedad que ha hecho del éxito personal, su ídolo más preciado y tomar la cruz nos llevara a identificarnos con Jesús, a tener una única pretensión, amar como él amo”.

Asimismo, recriminó el vivir simplemente para tener y acumular, Jesús nos llama a la donación, a la solidaridad, a la entrega de nuestra propia vida, a vivir un verdadero amor y eso es precisamente el sacerdocio ministerial dentro de la Iglesia Católica.

“El reino que Jesús anuncia y que simboliza los deseos más profundos de nuestro corazón, los valores universales, la paz, la justicia, el amor, el perdón, la misericordia y la esperanza, eso es el sacerdocio de Cristo”, acotó.

Agregó que la realización de un obispo, según el evangelio, no es llegar a ser un personaje importante, según los criterios del mundo, requiere renunciar a la ambición del poder, de tener, el reconocimiento, quiere decir optar por Jesús por los valores que Él encarna.

“El evangelio de hoy, nos confronta con Jesús como valor absoluto, como fundamento y referencia permanente de nuestra vida y eso es el sacerdocio ministerial, eso es ese regalo enorme que el Señor me hizo hace 50 años para servirle, para amarle, para poder anunciar su palabra, su misericordia y su amor; Jesús es para mí el valor absoluto de mi vida, el Señor de mi vida, he elegido a Jesús, Él me eligió a mí como lo más importante a lo largo de estos 50 años”, refirió.

Recordó que hace 50 años en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús en Guatemala, fue ordenado, junto a cinco compañeros, tres salesianos y dos de la congregación de la misión, de ellos hay dos que ya están en la casa del Padre, el sacerdote Settimo Rossoni quien sirvió en el Instituto San Miguel y falleció hace un año y el padre Vicente Ramos, un salesiano español que murió hace algunos años en la madre patria.

Agradeció a quienes a lo largo de estos 50 años por los bienes que ha recibido de tantas familias, de tantos hermanos y hermanas, que han recibido a Cristo en la persona de su humilde ministro.

“Quiero agradecer a todas las personas vivas y difuntas que me han ayudado grandísimo, a mis padres Andrés y Raquel, a tantas madres y padres espirituales, tantas hijas de María Auxiliadora y religiosas de otras comunidades que han recibido de este humilde sacerdote al Señor Jesús”, expresó.

Asimismo, agradeció el cariño y su cercanía pastoral del papa Francisco y a todos aquellos que lo han acompañado en ese largo camino y les pidió que no lo olviden en su oración para que pueda continuar ese camino hasta que el Señor decida llamarlo a la Pascua eterna.