Tegucigalpa – La coordinadora de programas técnicos de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf), Lesby Aldana, alertó sobre la existencia de una serie de trastornos de comportamiento que se presentan menores de edad asociados al confinamiento por la Pandemia del COVID-19.       

La especialista en psicología explicó que la población infantil representa el 7% de los casos de contagios del virus, se suma a ello situaciones de carácter emocional y social que se desencadenan en depresión, estrés, ansiedad, apatía, trastornos alimenticios y de sueño, problemas de aprendizaje, entre otros.

Y es que según la psicóloga, es difícil manejar las relaciones de convivencia en el hogar, por el largo tiempo de encierro al que se ven sometidas las familias y en especial en los infantes, ya que se  ven limitados en sus espacios de recreación y socialización con los demás.

La psicóloga  sugiere a los padres o cuidadores de menores deben prestar atención a los síntomas relacionados con el mal comportamiento, cambios de personalidad, conflictos emocionales, falta de atención, dificultad para dormir todo el día o sueño regular.

 “Estos son mensajes claros que las niñas y niños envían cuando tienen problemas emocionales o psicológicos a causa del confinamiento”, para ello es importante considerar espacios de recreación, respirar aire puro, tomar sol, compartir juegos en familia, apuntó.

Para grupos de niños menores de 4 años, el cuidado debe ser más profesional, porque comienzan a ser autónomos, es decir, tienen que interactuar o establecer relaciones con otras personas en la adolescencia tardía. Si no existe tal relación, diversas personalidades aparecerá en la edad adulta, dijo.

En ese sentido alertó sobre la importancia de manejar con prudencia por parte de los adultos el temor, la inseguridad e incertidumbre propios del contexto.

En tanto considera que para tener una convivencia sana que contribuya s su crecimiento emocional y físico es fundamental utilizar el refuerzo positivo en lugar del castigo para fortalecer determinadas conductas.

Señaló que los conflictos familiares, la falta de sentimientos, el comportamiento abusivo entre la pareja y los hijos, los problemas emocionales, las adicciones y la mala comunicación son algunos de los factores que conducen a un ambiente protector en riesgo.