Tegucigalpa – “En esta vida no todo es igual, no todo vale, hay que decidir”, reflexionó hoy el arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher en la homilía del XVII domingo del tiempo Ordinario en la que exhortó a encontrar el Reino de Dios y dejarnos encontrar por Dios.

“En esta vida no todo es igual, no todo vale, hay que decidir. Y la grandeza de nuestra dignidad, es que nadie puede decidir por mí. No basta encontrar providencialmente el tesoro escondido, hay que aceptarlo en plena libertad. Don de Dios y decisión consciente de la persona, así es el Reino de Dios”, expresó el arzobispo de Tegucigalpa tras reflexionar sobre tres parábolas que hablan sobre cómo encontrar el Reino de Dios.

Conforme a las tres parábolas que hemos escuchado, se trata de una realidad muy valiosa escondida en lo pequeño y que alguien encuentra. El Reino de Dios para poder transformar definitivamente la historia debe ser “encontrado” en la historia de los hombres. Y el “encuentro” implica un doble dinamismo: dos búsquedas que se necesitan mutuamente, apostilló.

En ese orden, apuntó que encontrar y dejarme encontrar. Providencia y libertad. No sólo se trata de encontrar algo, sino a alguien. Alguien que podría actuar sin nosotros, pero no quiere hacerlo sin nosotros. ¿Qué encuentra quién encuentra el Reino de los Cielos? encuentra el designio de Dios para con este mundo manifestado en Cristo Jesús. En definitiva, lo que se encuentra es a Jesucristo. 

Encontrar, como decíamos tiene dos dimensiones, la activa y la pasiva. Es decir, cuando encontramos y cuando nos dejamos encontrar, profundizó.

“Necesitamos dejarnos encontrar, porque hay alguien que nos conoce y desea encontrarnos. Alguien que nos ama, y quiere que sepamos que Él nos ama”, añadió.

En las tres parábolas de hoy, el que encontró tuvo que tomar una decisión -vender para comprar; perder la propia vida para ganar la Vida de Cristo-. Igualmente, el pescador que selecciona los peces, desglosó.

Las lecturas de hoy nos enseñan que el Reino de Dios se encuentra, es decir: nos es dado y al mismo tiempo nos es encomendado, concluyó.

A continuación Departamento 19 reproduce la lectura del día tomada del santo evangelio según san Mateo (13,44-52):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»