Miami– La indocumentada hondureña Reina Gómez, que padece una extraña enfermedad en la sangre y enfrentaba una orden de deportación, obtuvo este jueves una visa humanitaria por un año que le permite seguir su tratamiento en Estados Unidos.
«Ahora estoy más tranquila, puedo respirar bien», confesó a Efe Gómez, luego de ser notificada por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) del permiso que le concedían para permanecer en el país y tras señalar que si la deportaban no podría seguir tratándose la enfermedad que padece.
La hondureña, que llegó a EE.UU. en 2005 luego de que las pandillas asesinaran a su primogénito de 16 años, fue diagnosticada en 2009 con trombocitopenia, una enfermedad que altera la producción de plaquetas en su organismo y le deja fuertes secuelas, y por las que debe tomar cada día 3.000 miligramos de hydroxyurea.
Según una carta del Hospital Jackson Memorial, donde se trata la enfermedad, en su país no hay disponibilidad de este medicamento del que debe tomar cada día seis pastillas bajo riesgo de poner su vida en peligro.
«Mi sueño es que encuentren la cura», reconoció la indocumentada, que llegó a sufrir un derrame cerebral y se sometió a terapia por 4 años, para en la actualidad trabajar, aunque con «mucho esfuerzo», como limpiadora de casas.
Señaló que aun sufre secuelas como cólicos o vómitos. También en ocasiones pierde la memoria y no recuerda las fecha de nacimiento de sus dos hijos (tiene una hija de 30 años).
Si bien no cuenta con un seguro médico, puede tratarse en el citado hospital de Miami, que le subvenciona el costo de unos remedios que en las farmacias puede alcanzar los mil dólares por cada frasco de 30 pastillas, porque ha dado su consentimiento para que hagan pruebas con ella de cara al estudio de la enfermedad.
«Es un tipo de enfermedad muy rara», agregó la mujer, que en su país de origen trabajó con menores en situación de riesgo para que abandonen las pandillas.
Gómez solicitó la década pasada asilo político pero le fue negado por laqus autoridades migratorias de EE.UU. y desde entonces ha obtenido permisos temporales de residencia por no ser un caso de prioridad, una situación que cambió bajo las estrictas políticas de la actual Administración del presidente, Donald Trump.
Para el próximo año, y mientras espera una respuesta a su petición de una residencia permanente por razones humanitarias, señala que volverá a solicitar una estancia temporal de un año, la cual espera sea atendida como ha ocurrido este jueves.
«Si ICE decide deportarme, es como si me dieran una sentencia de muerte», afirma Gómez, que a la salida de su cita en la oficina de ICE en Miramar fue arropada por activistas de El Centro de Trabajadores de Miami, que la han acompañado en este proceso.
Por lo pronto, se confiesa aliviada de saber que podrá acudir a su cita regular al hospital, programada para fines de este mes.