Un adulto mayor camina en las inmediaciones del condominio Robert King Hight Tower. EFE/Jorge I. Pérez/Archivo

Los Ángeles – Las familias latinas, acostumbradas a vivir con sus adultos mayores, enfrentan un mayor reto en la emergencia del coronavirus y deben prepararse, ya que los ancianos son uno de los grupos de mayor riesgo en caso de contagio y registran también los mayores índices de mortalidad.

«Una gran mayoría de nuestros viejitos viven con sus familias, y tenemos el gran reto de educar a la comunidad inmigrante para que enfrenten este virus, y tomemos acción sobre contener los riesgos», advirtió a Efe Carlos Vaquerano, director de la Clínica Monseñor Romero en Los Ángeles.

La preocupación de los activistas por los hispanos ancianos acrecentó después que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), advirtiera que los adultos mayores y las personas con afecciones médicas crónicas graves como enfermedades cardíacas, diabetes y enfermedades pulmonares tienen un mayor riesgo de contraer el coronavirus.

El mayor número de muertes en Estados Unidos en un solo lugar se registra en el centro de asistencia para adultos mayores Life Care Center, en el estado de Wahington, donde 23 decesos están vinculados a este centro.

En California, las autoridades están alerta por el centro de asistencia Carlton Senior Living, donde se registró la muerte de una mujer de 91 años, y donde viven cerca de 150 ancianos.

DOBLE RIESGO

Vaquerano advierte que muchas familias hispanas enfrentan un doble riesgo porque una gran cantidad de adultos mayores tienen condiciones médicas y son cuidados en casa.

Ese es el caso de la familia de José Hernández en Los Ángeles, el michoacano vive con su esposa, dos hijos, y sus padres de 72 y 68 años, que enfrentan además varias condiciones médicas.

«Mi papá sufre de diabetes y problemas con los riñones y mi mamá tiene una enfermedad del corazón, y ahora con este virus estoy muy nervioso porque yo trabajo con público y estoy expuesto», explicó a Efe Hernández.

«Nosotros no queremos mandarlos a un ‘nursing home’ (asilo) porque ellos dicen que quieren estar a lado de sus hijos», añadió.

LA POBREZA Y EL HACINAMIENTO

Aunque el riesgo existe en la casa de Hernández, el inmigrante lleva una ventaja sobre otras familias hispanas: sus padres tienen una habitación, y en su casa hay los suficientes cuartos para aislar a una persona contagiada. Además ambos ancianos cuentan con seguro médico.

La situación es diferente para otros hispanos, especialmente para los indocumentados.

«Hay familias de ocho a diez personas viviendo todos en un apartamento de dos habitaciones con los adultos mayores compartiendo su cama con niños, incluso muchos adultos mayores tienen que trabajar aún con condiciones médicas, y no tienen seguro, es una olla a presión», explica Vaquerano.

Organizaciones como la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA) han hecho un llamado a las autoridades a todos niveles para prestar atención especial en estas familias de bajos recursos.

«Los gobiernos locales, distritos escolares, y departamentos de salud deben tomar en cuenta que cuando una persona adulta mayor se enferma, toda la familia es afectada», considera Jorge Mario Cabrera, vocero de CHIRLA.

LA NECESIDAD DE HABLAR CON LOS ADULTOS MAYORES Dentro de los retos que las familias hispanas en relación a esta pandemia están las costumbres diarias.

Hortencia Armendariz, vocera del sindicato de trabajadores de la salud SEIU-UHW en California, advirtió a Efe que es necesario hablar con los adultos mayores para explicarles sobre por qué es necesario mantenerse alejados por un tiempo de su propia familia.

«Pueden sentirse incluso rechazados si no se tiene una conversación seria sobre el tema porque están acostumbrados a abrazar a sus hijos cuando llegan a casa, pero este es tiempo de no tomar riesgos y hacer un distanciamiento social», zanjó Armendariz, quién vive con sus dos padres, ambos mayores de 65 años.

Un reciente análisis de CalMatters basado de los datos del censo encontró que cerca del 37 % de los californianos entre los 18 y 34 años vive aún con sus padres.

El porcentaje aumenta si se habla de los hispanos, casi la mitad de los latinos de California entre 18 y 34 años viven en sus hogares paternos.

Según el reporte, más allá de los beneficios financieros de vivir con sus padres, los hispanos tienden a quedarse en la casa por tener un mayor nivel de «familism», término en inglés sobre el respeto, sentimiento de obligación personal y cercanía con la familia.

CERCANÍA QUE AYUDA Armendariz comenzó a aplicar los consejos que el mismo sindicato da a la población para proteger a los adultos mayores y evitar que se expongan a multitudes, así como que todos los miembros de la familia sigan las reglas de lavarse las manos y evitar contactos físicos.

«Es tan fácil como ir a hacer la despensa por ellos», indica Armendariz.

En este sentido, Vaquerano alienta a la comunidad a no abandonar los tratamientos médicos que necesitan para otras condiciones, estar pendiente de los síntomas del virus, seguir las indicaciones de las autoridades de salud y consultar con personal médico si muestra indicios de que pudiera haber enfermado.

Y eso, sea cual sea su estatus migratorio, tal y como insistió Cabrera, que instó a los indocumentados a no temer en buscar ayuda médica.