Tegucigalpa (Proceso Digital/Jorge Sierra) – “Encontré la poesía en una caja de libros de mi hermana Rosa y desde ahí fue un punto de no retornó”, dijo el poeta hondureño René Arturo Benítez Novoa.
– Novoa se decanta por el amor y el desamor, pero dice que la poesía social y la denuncia son infaltables para complementar una función histórica y fundamental del arte.
– ‘Cielos, mares y tierras’ de Juan Ramón Molina; ‘Un mundo para todos dividido’ de Roberto Sosa; y ‘La insoportable levedad del ser’ de Milan Kundera”, son lecturas obligadas para los noveles poetas.
Rene Novoa sostuvo una plática con Proceso Digital para repasar algo de su vida, sus contribuciones a la literatura y al periodismo.
Nacido en el barrio La Pagoda de Tegucigalpa en 1976, estudió literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) y desde hace 17 años ejerce el periodismo.
Relató que su infancia fue muy alegre, con carencias económicas, como la mayoría de los hondureños, pero con mucho amor. “Antes en Tegucigalpa predominaba el frío y no el crimen, como en la actualidad, yo salía a jugar pelota a calle, mis hermanas salían a jugar con las vecinas porque no había ningún tipo de inseguridad”.
Tiene cuatro hermanas: Olga, Rosa, Julia y Xiomara. Él es el menor de la familia. Su padre Tiburcio Benítez murió en el 2000 y su madre María Antonia Novoa es parte de su entorno.
Aunque su padre murió hace 21 años, hasta el día de hoy lo sigue llorando cuando la melancolía hace presa de sus más íntimos sentimientos. “Cada vez que lo lloro es una forma de volver a estar con él”, aludió.
Benítez Novoa rememoró que desde los 10 años comenzó su afición por la lectura, aunque con más intensidad a los 12 años, es entonces cuando nace su gusto especial por la poesía. “Empecé a ver que en algo tan corto se podía expresar todo lo que sentía, entonces ahí dije, esto es lo mío, a lo que me quiero dedicar…, además vengo de una familia de músicos y pintores. Para mí fue una necesidad escribir, estoy seguro de que de no haber escrito me hubiera vuelto loco”, señaló.
Así ha transcurrido su, entre la poesía, el periodismo y la docencia. “Nunca ejercí la docencia porque de alguna forma la literatura te lleva al periodismo y el periodismo a la literatura”, mencionó.
Se considera de formación autodidacta, pero ha tenido que entrelazar sus pasiones, ejerce el periodismo para tener un sustento y la literatura para ser feliz.
Contó que decidió darse a conocer con su segundo apellido -Novoa (chileno/salvadoreño)- por un evento desagradable que tuvo en la infancia. “Yo siempre firmaba como René Benítez, pero cuando tenía 19 años tenía un primo que era año y medio menor que yo, mi tío le puso René por mí, y él se iba a casar, pero una semana antes dejaron a unas primas solas en la comunidad El Taladro (Comayagua), entonces llegaron unos tipos a violarlas y mi primo escuchó los gritos, por lo que salió a defenderlas con un machete, pero uno de los tipos andaba con una escopeta y lo mató. Le dije a un amigo que era terrible ver tu nombre en una lápida, fue así como me dijo, – ¿‘cuál es tu segundo apellido? – , le respondí: ‘Novoa’, bueno ahí lo tenés me respondió”.
Palmarés
Integra la Sociedad Literaria de Honduras, así como la Unión de Escritores y Poetas en Español. En 2002 y 2005 obtuvo sendos primeros lugares de concursos literarios en España, en 2009 igualmente obtuvo otro galardón en Miami, un reconocimiento compartido.
Comenta que actualmente está en proceso de edición su libro por parte de la Sociedad Literaria. Su trabajo se plasma en seis antologías: tres en España, dos en Honduras y una en Miami, EEUU.
Sus publicaciones han formado parte de prestigiosas revistas en Alemania, Chile, Uruguay, El Salvador y Honduras. “He tenido más reconocimiento internacionalmente que quizás aquí adentro”, dijo.
Citó que entre sus obras figuran: “Autopsia para un jazmín”, “Concierto de los otros elementos”, “Piedras en el tejado” e “Inbox del náufrago”.
Mencionó que en Honduras hay mucha producción de poesía, pero lo que no existe son los filtros que validen un trabajo de calidad. “La actividad cultural y artística siempre estará frenada por algunos intereses, además no todo lo que brilla es oro, es decir no todo lo que se publica es bueno”.
Continuó que “los medios de comunicación se olvidaron del arte y la cultura. Aquí hay que ver cómo priorizan su agenda, por eso me gusta mucho la labor que hace Proceso Digital. En el país hay una deuda pendiente con el arte porque se tiene la idea que no vende”.
Novoa clamó para que por regiones se impulsen jornadas cívicas como se hace en Olanchito, Yoro, o en Gracias, Lempira. “Propongo alianzas entre escritores, gobierno y empresa privada para promover estos movimientos artísticos y a mis colegas les digo que no esperen la llamada para ir a presentar su talento, tenemos que ofrecer ese don que tenemos”.
Su inspiración
El hondureño relató que escribe de la vida y la muerte, el amor y el dolor, que es de donde recoge su inspiración.
“Para mí lo más importante es poder expresar desde la poesía eso que no lo puedo decir tan fácil, eso que te guardas y que no sabés cómo decirlo, entonces es ahí, entre el amor y el dolor donde encuentro la necesidad de escribir, de ofrecer mi palabra”, exteriorizó.
Reveló que es un fiel seguidor del poeta de Comayagüela, Juan Ramón Molina, aunque también le inspiran Antonio José Rivas, Roberto Sosa, Nelson Merren, Jorge Federico Travieso, Jacobo Cárcamo, José Adán Castellar, Rigoberto Paredes, Óscar Acosta, entre otros como Eduardo Bähr y Julio Escoto. “Estos poetas fueron muy responsables. Cuando los leemos nos damos cuenta de que cada verso escrito por ellos está bien pensado”, refirió.
Del mundo literario universal, han influido en él las obras de Pablo Neruda, Mario Benedetti, Jaime Sabines, Nicanor Parra, Homero Aridjis, Octavio Paz, T.S. Eliot, entre varios más.
René hizo suyo el poema de Juan Ramón Molina en el que describe a Tegucigalpa de 1906 como una ciudad triste. “La tristeza sigue, pero ahora por el luto. Tegucigalpa es una ciudad de balas, aquí crecemos entre balas, es increíble cómo la criminalidad se ha apoderado del país, gobernados por autoridades que no hacen absolutamente nada por revertir esta situación”.
“No me resigno a que nos sigan condenando a esta realidad, donde lo normal es que te maten, creo que es momento que la gente despierte”, suspiró.
Citó que Tegucigalpa sigue siendo una ciudad de poetas, aunque cuando se lee el poema de Molina se vienen inmediatamente a la memoria, recuerdos en sepia.
Apuntó que, en su caso particular, él escribe poesía amorosa, pero no se aparta de lo social para poder denunciar las injusticias que ocurren en el país. “Sin la denuncia de los poetas no se hubieran registrado muchos eventos históricos y eso lo confirma la antigua Grecia cuando Atenas era el centro de la humanidad. Hay que ser rebelde en todo sentido, no solo en lo social, sino que incluso hay que rebelarse contra estándares, contra lo que sentís y la palabra misma”, interpretó.
El entrevistado es del criterio que los poetas deben ser congruentes, consecuentes y transparentes con su discurso y con sus acciones.
Dijo estar es desacuerdo en cómo se ha manejado el país, “detesto en lo que han convertido el país y eso es responsabilidad exclusiva de los grupos políticos y económicos que nos han quitado nuestro derecho a la alegría”.
A la consulta si el país fuera gobernado por personas de las artes y la ciencia, respondió: “Nunca lo he imaginado, lo que sí me gustaría es que en los cargos importantes hubiera gente con formación; para el caso, un científico en la Secretaría de Salud, un artista en la Dirección de Cultura y así otros destacados profesionales en cada rama”.
Desventurado en el amor
Benítez Novoa rechazó la creencia de que a los poetas les va bien en el amor. “En mi caso hay mujeres que se han enamorado de mi poesía, pero no de mí. En el caso personal es más fácil escribir versos, que quizás sentarse frente a una mujer y abrir el corazón para decirle cosas”.
Le escribe principalmente al amor y al desamor, al tiempo que confesó que aún no escribe su mejor poema y destacó que se le da mejor la poesía y la novela, no así el cuento que le cuesta muchísimo.
Estimó que para ser un buen escritor se debe cumplir con tres requisitos: disciplina por la lectura, sentido común para saber si lo que se escribe es lo correcto, y el tercero, poseer temple de ánimo que permite escribir cosas tristes aún en momentos de alegría.
“Hay personas que escriben solo cosas tristes y lo hacen cuando están tristes, pero de repente se enamoran y les va bien y en todo ese tiempo no escriben”, consideró.
Puntualizó que anhela que su obra tenga un legado en el país. “Tengo 44 años y el promedio de vida de los hondureños es de 63 años, entonces me queda poco tiempo de vida, pero esperaría vivir más tiempo para ver ese legado”.
Cerró la entrevista diciendo que, “a los que abrazan la literatura, las letras, les recomiendo leer ‘Cielos, mares y tierras’ de Juan Ramón Molina; ‘Un mundo para todos dividido’ de Roberto Sosa; y ‘La insoportable levedad del ser’ de Milan Kundera”. JS