Lisboa.- Millares de jóvenes latinoamericanos han recorrido miles de kilómetros y han gastado miles de dólares con el objetivo de cumplir un sueño: ver al papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa. Y todos coinciden en que la experiencia merece la pena.

«Es algo que no tiene palabras para explicar. Es tan bonito ver a tantos jóvenes reunidos con el mismo amor a Dios, es indescriptible», asegura a EFE Gabriela, una colombiana de 25 años, mientras espera con varias compañeras para ver pasar al papa argentino.

Gabriela es una de los más de 32.000 jóvenes procedentes de América Latina y el Caribe que se calcula que asisten a la JMJ, tras un largo viaje de más de 7.500 kilómetros desde Bogotá a Lisboa, primero a Madrid en avión y después en autobús a la capital de Portugal.

Coste total de la experiencia: 13 millones de pesos colombianos, unos 3.140 dólares.

«La universidad en la que estamos nos dio un apoyo económico de una pequeña parte del monto. Eso nos ayudó bastante. Y ya cada una entre universitarias, las que trabajamos y así. Las familias también nos han apoyado un montón», cuenta.

Pero no se arrepiente, como tampoco lo hace Lucía Valenzuela, una peregrina mexicana de 24 años que está en Lisboa con un grupo de 27 personas de la Pastoral Diocesana de Adolescentes de Chihuahua.

«Fue un año de prepararnos, tanto económica como espiritualmente», relata, pero afirma que la planificación ha sido «emocionante y muy bonita».

Tres semanas de viaje con paradas en Ciudad de México, Roma y otras ciudades del continente europeo para llegar a Lisboa, con un desembolso de 80.000 pesos mexicanos (más de 4.600 dólares). Un año de «ahorrar y trabajar mucho», insiste.

La tarea de ahorrar alcanza hasta a los más jóvenes, y cada uno hace lo que puede para ayudar a costearse el viaje.

«Yo trabajé de niñera y pude pagar una partecita. Mis abuelos me dieron lo demás», explica Mae, de 16 años, una mexicana de Monterrey que salió de casa el 23 de julio.

Su extenso viaje ha costado unos 100.000 pesos mexicanos, más de 5.800 dólares.

«Nos fuimos a Ciudad de México y de ahí a París. Fueron 10 horas. Después de París a Madrid. Fue un día completo de viaje, literal», explica Mae, que junto a otros compañeros realizó después un viaje mariano para conocer iglesias de España antes de llegar a Lisboa.

Al final, consiguió ver al pontífice de cerca: «Me emocioné mucho, es una gran oportunidad. Porque siempre he querido ver al papa de cerca y sólo lo pude ver una vez, pero tenía 5 años», cuenta.

También lo ha logrado Néstor Barbosa, un venezolano de 36 años que antes de la JMJ estuvo en la «prejornada» para un encuentro agustiniano.

«Ha sido emocionante saber que hace todo el esfuerzo para acompañar a los jóvenes. Verle pasar, ver que no solamente es estar en el momento, sino acercarse a los jóvenes, ese esfuerzo lo valoramos. Se ve la valentía que tiene y el cariño que le tiene a los jóvenes», dice.

Y tiene claro que recorrer los 6.500 kilómetros que separan su casa de Lisboa «ha merecido la pena».

La JMJ reúne en Lisboa entre el 1 y el 6 de agosto a más de un millón de peregrinos de todos los países del mundo, a excepción de Maldivas, según los datos de inscripciones de la organización.

El español es el idioma utilizado por el papa y uno de los más escuchados entre los peregrinos que han tomado la ciudad esta semana, entre ellos más de 70.000 españoles que, sumados a los latinoamericanos, superan los 100.000 hispanohablantes.