Roma – El epidemia de coronavirus no detiene la iniciativa de los «pasillos humanitarios» («universitarios» en este caso) que puso en marcha el año pasado la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Roma y que, en el próximo curso, permitirá a veinte refugiados etíopes acceder a los campus italianos para estudiar una carrera.

La interrupción de los estudios «contribuye a debilitar la capacidad de los refugiados para encontrar trabajo e integrarse en las comunidades de acogida». Este es el principio que ha movido a ACNUR a firmar un acuerdo con once universidades en toda Italia que concederán veinte becas a otros tantos estudiantes para darles la oportunidad de continuar sus cursos.

El proyecto Uni-co-re (University Corridors for Refugees), que comenzó el año pasado, cuenta con el apoyo logístico y económico del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional, de ACNUR (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados), Caritas Italiana, Diaconia valdense y Gandhi Charity.

«140 personas han solicitado (becas); 47 han sido seleccionadas hasta ahora, entre ellas los veinte que vendrán, y ya han comenzado las conversaciones a distancia con las universidades», explica Barbara Molinario, de ACNUR Italia.

Tambén añade que el «objetivo es traer a los estudiantes ya en septiembre si no hay nuevas restricciones por la emergencia del coronavirus. De lo contrario, comenzarán con el aprendizaje a distancia, incluso si no es fácil para quienes viven en campamentos de refugiados, porque la conexión a Internet es muy débil y puede ser difícil seguir las lecciones».

Las universidades que han adherido son la de L’Aquila, Bolonia, Cagliari, Florencia, la Estatal de Milán, de Padua, Perugia, Pisa, Sassari, la Iuav de Venecia y la Internacional de Estudios Sociales Luiss Libera Guido Carli.

Es una mayor afluencia respecto al proyecto piloto iniciado en 2019 con la participación de dos universidades y cinco estudiantes etíopes.

Biniam , Awet , Sami y Yohannes estudiaron el curso anterior Ingeniería en Bolonia, mientras que Hadish eligió estudiar Economía en el campus de Rimini.

Según el nuevo protocolo, las universidades, también a través del apoyo fundamental de una gran red de socios locales, garantizarán la ayuda necesaria para que los estudiantes asistan a un programa de maestría de dos años y se integren en la vida universitaria».

«Todavía demasiados refugiados en el mundo no tienen acceso a la educación», explica Chiara Cardoletti, representante del ACNUR para Italia, la Santa Sede y San Marino, quien añade que «en el nivel de educación superior, la situación es dramática y solo el 3 por ciento logra acceder, frente al 37 por ciento del promedio mundial».

Los estudiantes serán seleccionados sobre la base del mérito académico y la motivación a través de una licitación pública y por comités de expertos que selecciona cada universidad.

Para 2030, el ACNUR quiere lograr una tasa de inscripción del 15% en programas de educación superior para refugiados en países de acogida y terceros países, incluso a través de la expansión de rutas de acceso seguro que consideren las necesidades y aspiraciones legítimas de los refugiados para construir su futuro con dignidad.