Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – La irrupción de la narcoactividad y sus vínculos con el poder político, entonces representado por altos oficiales militares, del que se tiene memoria registrada por los medios de comunicación de Honduras data desde los primeros días de diciembre de 1977 con el secuestro y posterior asesinato de los esposos Mario y Mary Ferrari, conocidos empresarios capitalinos de la época.

Desde entonces han transcurridos 46 años (casi medio siglo) y el tema del narcotráfico y sus vínculos con los poderes hondureños solo se han acentuado hasta llegar a la máxima expresión con la captura y extradición del expresidente Juan Orlando Hernández, acusado por la justicia estadounidense de haber sido parte de una conspiración para traficar miles de kilos de cocaína junto a poderosos carteles mexicanos y colombianos.

Inicios

Los primeros pasos de la actividad del narcotráfico en Honduras fueron tímidos, ya que hasta el momento el país no conocía de la intensidad que representaba el negocio del narcotráfico y sus vinculaciones internacionales, ya que Honduras era considerado básicamente un pueblo escasamente desarrollado, sin un mercado para el consumo de drogas y pocas estructuras para el trasiego de las drogas fuertes, una de ellas la cocaína.

Básicamente Honduras se horrorizaba en esos años al saber que había tráfico y consumo de marihuana, hasta entonces la droga dominante y que su producción y distribución dejaba perplejas a las autoridades, así como a las familias que debatían el caso.

Y justamente el primer escándalo de narcotráfico comenzó como una típica desaparición de una pareja de empresarios, pero sin conocer la población y el resto de las autoridades, todo la trama que había previo, como el negocio del narcotráfico, la contaminación de autoridades militares y policiales y la aparición de grupos de sicarios al servicio de los barones de la droga, algo que después se intensificó y perfeccionó, pero que fueron los gérmenes iniciales de un negocio sucio y violentó que llegó a secuestrar al país y a sus habitantes.

Secuestro y desaparición

Los esposos Ferrari salieron de su negocio, un autolote conocido como Panoramic, ubicado frente al Hospital Escuela, y se dirigían a su residencia en la colonia Las Colinas cuando fueron interceptados por sicarios entre la noche del viernes 2 de diciembre a la madrugada del sábado 3 de diciembre de 1977, según reportó el diario La Tribuna en su edición del 5 de diciembre del mismo año.

Además del autolote Panoramic, los esposos aparecían formalmente como propietarios del discoteca La Llamarada en el centro histórico de Tegucigalpa, además que poseían una joyería.

Pero todos estos negocios no eran más que fachadas para ocultar sus actividades en el mundo del narcotráfico, para el lavado de activos y para vincularse con oficiales militares corruptos, de acuerdo a los reportes de la prensa hondureña de la época.

Tras las primeras denuncias hechas por su padre Luis y su hermano Fabio Ferrari en cuanto a que no aparecían Mario y su esposa Mary, tras abandonar el autolote, la entonces Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), adscrita a la Fuerza de  Seguridad Pública (Fusep), un cuerpo de las Fuerzas Armadas a cargo de las tareas policiales, señaló el sábado 4 de diciembre que no tenían ninguna denuncia formal del caso, de acuerdo a la publicación de La Tribuna.

Aparecen militares en escena

Pero el martes 6 de diciembre, cuando el caso comienza a tomar tintes de escándalo, aparece el primer alto oficial castrense hablando del tema.

Y no fue otro más que el entonces poderoso jefe de la Inteligencia de las Fuerzas Armadas (G-2), coronel Leónidas Torres Arias, quien desmintió que el matrimonio Ferrari estuviera secuestrado y días después señaló que la policía de investigación daría información sobre el tema, de acuerdo a la publicación escrita.

Torres Arias indicó semanas después de la desaparición que hablaría del tema el vocero de la Fusep, el capitán Heliodoro Somoza, quien finalmente insistió que no conocían sobre el caso.

Durante meses el caso siguió copando titulares en la prensa, mientras las autoridades se enredaban en el caso con sus explicaciones, pero otro crimen cometido en El Progreso contra el comerciante Carlos Felipe Madrid Fajardo, que logró sobrevivir al atentado en el que falleció un pariente, le dio otro giro al caso Ferrari ya que señaló en su lecho de hospital que había sufrido el atentado porque tenía información del caso de los esposos Ferrari.

Madrid Fajardo señaló que estaban vinculados al caso de los esposos Ferrari, Raúl Mata Martínez, Elueterio Reyes y los sargentos de la DNI José Dimas Reyes y Mauricio Rosales. Los dos primeros eran colaboradores de la agencia de investigación criminal del Estado, según lo publicado por La Tribuna.

En el marco de las investigaciones del caso Ferrari aparecen los primeros reportes en la prensa de avionetas con matrícula hondureña y pilotos nacionales realizando viajes a Colombia para venir cargadas de cocaína.

Las autoridades policiales lograron dar con los señalados por el caso del comerciante Madrid Fajardo y son capturados Mata Martínez, Eleuterio Reyes y los sargentos de la DNI.

En los interrogatorios comienzan a reportar que hay otros involucrados en el caso y negaron participar en el atentado contra el comerciante progreseño, así como en el secuestro de los Ferrari.

Primera aparición de Ramón Matta Ballesteros

Finalmente revela uno de ellos que fueron contactados por Alex Oliva para que secuestraron y asesinaron al matrimonio Ferrari, para lo cual se les prometió el pago de cuatro  mil lempiras, además de proporcionarles el arma para la operación, según publicación de La Tribuna.

Posteriormente el diario capitalino dio a conocer que Oliva era operador de sicarios del hasta entonces desconocido por la población hondureña Ramón Matta Ballesteros, quien habría ordenado la muerte de los Ferrari por una venganza.

Se manejaron dos teorías sobre la venganza: una relacionada a un negocio ilícito que salió mal, según declaró Oliva a La Tribuna y otra que señaló uno de los supuestos involucrados que indicó que Matta Ballesteros mandó a matar a los Ferrari porque habían inducido a su esposa a actuar mal.

De hecho, Oliva aceptó que recibió orden de Matta Ballesteros y que él coordinó el secuestro y muerte de los Ferrari.

Tras conocerse que el caso Ferrari lo involucraba y que había orden judicial para su captura, Matta Ballesteros huyó del país y operó entonces entre Colombia, México y España.

Tras más siete meses desaparecidos, Mario y Mary Ferrari finalmente fueron localizados sus cuerpos el 15 de julio de 1978, en un pozo malacate en la hacienda San Jorge en Cerro Grande, donde fueron arrojados tras ser asesinados a golpes de tubo. Los asesinos utilizaron cal viva para evitar malos olores y no atraer la atención de animales o personas.

El caso del matrimonio Ferrari se cerró en esa época, pero para la historia del narcotráfico y sus vínculos con el poder político, así como el trasiego de cocaína desde Colombia solo fue el inicio de su actuar en una Honduras que no estaba preparada para semejante accionar. (PD).