Fotografía cedida donde aparecen (de i-d) la abogada senior de los veteranos en el grupo de abogados pro bono Public Counsel, Talia Inlender; el veterano del Ejército estadounidense, Joel Díaz Rincón, y el paralegal de la organización, Iván Medina, mientras posan el 4 de marzo en el puerto de entrada de San Ysidro en California. EFE/ Public Counsel/Iván Medina /SOLO USO EDITORIAL

Tucson (AZ) – Joel Díaz Rincón, un veterano militar Estados Unidos aún no puede creer que finalmente, después de casi dos décadas de haber sido deportado injustamente, se encuentre de regreso en el país que siempre ha considerado como suyo.

«Estas primeras 48 horas han sido un shock emocional. Mi familia es todo para mí; fue muy duro estar separados todo este tiempo y poder abrazarlos, verlos, platicar con ellos, ha sido algo maravilloso», dijo Díaz Rincón a Efe.

Además de su familia, asegura que lo que más extrañaba es la «paz» que siente al estar de regreso en EE.UU, en su ciudad Phoenix, y no tener que estar cuidando sus espaldas como lo tuvo que hacer por tantos años mientras vivió en Nogales, estado de Sonora (México).

Afirma que en México los veteranos deportados de Estados Unidos son considerados «traidores», lo que les dificulta conseguir empleo o documentos de identificación, y los vuelve «blanco» de los carteles y las pandillas.

Un juez de inmigración en Arizona ordenó la deportación del veterano de origen mexicano en 2001, después que fuera encontrado culpable de un delito menor por robo, retirándole su residencia permanente a pesar de su servicio militar de tres años con la Infantería de Marina y de que recibiera una baja con honores después de que un compañero le disparara por accidente en una pierna mientras estaban en una base militar en Japón.

«Cuando me deportaron sentí mucho coraje, sentí mucha rabia; me sentí como una basura, como si fuera nada. Esto a pesar de que serví a mi país, de que juré dar la vida por los Estados Unidos», recordó Díaz Rincón.

El inmigrante mexicano, de 51 años de edad y originario del estado de Nayarit, llegó a este país cuando tenía 12 años. Estudió y se graduó de la escuela secundaria y obtuvo su residencia permanente bajo la amnistía otorgada por el presidente Ronald Regan en 1986.

En 1991 ingresó a la Infantería de Marina pero después de que fue dado de baja, asegura haber pasado momentos difíciles por los que tomó decisiones equivocadas que lo llevaron finalmente a enfrentar la deportación.

Fue declarado culpable de un delito menor por robo en Arizona después que se descubriera que rentaba autos a conocidos por su cuenta y sin reportarlo de una compañía de renta donde trabajaba.

Un juez de inmigración dictaminó de forma equivocada que este cargo era una felonía agravada, suficiente para deportar a Díaz Rincón.

El inmigrante está convencido de que si en ese momento hubiera sido ciudadano de Estados Unidos y no simplemente un residente legal, no hubiera sido deportado, por lo que ahora una de sus metas es obtener la ciudadanía tan pronto sea elegible.

Tras su deportación, el veterano entró de manera ilegal y regresó a vivir a Phoenix hasta 2008, cuando fue detenido por la policía y nuevamente deportado. Trató de ingresar nuevamente en otras dos ocasiones pero no tuvo éxito.

«Yo quería regresar por mi familia. Eso era lo más doloroso, estar lejos de ellos, no poder estar en los buenos y los malos momentos con ellos», dijo.

Su vida cambió nuevamente cuando el pasado 27 de enero otro juez de inmigración anuló la primera orden de deportación en su contra, determinando que había sido deportado de forma injusta ya que había sido declarado culpable de un delito menor y no una felonía agravada.

La corte le regresó su residencia legal a Díaz Rincón, quien reingresó a Estados Unidos nuevamente el pasado miércoles a través del puerto de San Ysidro en California.

Díaz Rincón es el segundo veterano que ha podido regresar a Estados Unidos después de ser deportado gracias a la ayuda legal de la organización Public Counsel, con base en California. El primero fue Joaquín Avilés, un veterano a quien se le permitió regresar en agosto pasado 19 años después de su deportación.

«Los veteranos que no son ciudadanos, como todos los veteranos, merecen una oportunidad de rehabilitación aquí en Estados Unidos», sostuvo Talia Inlender, abogada con Public Counsel y quien llevó el caso de Díaz Rincón, en declaraciones enviadas a Efe.

Durante todo el tiempo que Díaz Rincón vivió en México, su esposa se divorció de él y se fue a vivir junto con su hija, quien ahora tiene 25 años, al estado de Arkansas.

La última vez que el inmigrante vio a su hija fue en 2017 cuando ella fue a visitarlo por el Día del Padre a México y Díaz Rincón tuvo la oportunidad de conocer a su primera nieta. Ahora ya tiene dos nietos más, a los cuales aún no ha podido conocer.

Por el momento debe de permanecer en Arizona, ya que no puede viajar hasta que reciba por correo tu tarjeta de residente legal. También debe de tramitar nuevamente todos sus documentos de identificación y tarjeta de Seguro Social.

Asegura sentirse bendecido de que ya tiene una oferta de empleo en un restaurante de comida donde había trabajado previamente.

El inmigrante se comprometió a trabajar muy duro para ser una voz que ayude a otros veteranos que como él han sido deportados a México y están sufriendo separados de sus familias.

Indicó que hay una propuesta impulsada por Raúl Grijalva, congresista federal de Arizona, que permitiría que todos los veteranos que han sido deportados regresen al país.

Aunque el Gobierno federal no lleva un conteo de los veteranos deportados, de acuerdo con la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) hay cuando menos 300 casos documentados.

Entre los próximos planes de Díaz Rincón está cumplir finalmente otro de sus sueños: comprar una «casita» que pueda dejar como herencia a sus nietos.

«Lo que más ansío es ser dueño de un pedacito de mi tierra, de mi país, de Estados Unidos», finalizo.