Tegucigalpa – Las remesas de los residentes de la zona fronteriza son apetitosos para el cobro de impuesto de guerra de la mara MS-13 que emigró desde El Salvador y se instaló en el departamento de Intibucá, occidente de Honduras desde 2016, revela un artículo periodístico de InSight Crime en coherencia con los registros de medios locales que registran actividades criminales en esos sectores geográficos.

Intibucá es terreno fértil para el crimen, sobre todo entre quienes reciben dólares que les envían sus familiares desde Estados Unidos.

 La publicación especifica que antisociales de esta pandilla se han instalado en entrada al municipio de Camasca, en el departamento de Intibucá, Honduras.

“El terror se instaló en Camasca, que es una suerte de capital regional, y en sus alrededores, a finales de 2016. Las casas de los poblados cercanos a la zona limítrofe se empezaron a vaciar a medida que los grafitis de la Mara Salvatrucha comenzaron a multiplicarse en la zona”, describe.

El artículo comenta la historia de José Isaías Barahona, también conocido “Slow”, este pandillero es miembro de Sailors Locos Salvatruchos (SLS), una de las clicas más añejas de la MS13, nacida en los años noventa en San Miguel, departamento salvadoreño en la frontera con Intibucá.

La investigación de InSight Crime revela que entre 2016 y 2018, Slow reclutó a dos lugartenientes y a por lo menos otros 15 jóvenes, la mayoría nacidos en Honduras.

De su parte, Edgardo Tejada, inspector de la Policía Nacional asignado a operaciones antipandillas en el sur de Intibucá, señaló que entre 2016 y 2019, la clica de Slow en Intibucá mató unas 40 personas “por no pago de extorsiones o por sospechas de que (las víctimas) eran informantes de la autoridad”.

Además de los asesinatos y la extorsión -las marcas distintivas de la MS13-, la clica de Slow empezó a mover droga desde y hacia El Salvador, destaca la publicación.

Ya para 2017, la sucursal de la SLS en el sur intibucano tenía pistolas, escopetas y rifles AR15. Para 2018, la situación seguía empeorando.

El inspector Tejada explicó que la pandilla identificó a los receptores de remesas en pueblos como Magdalena y Colomoncagua y les empezó a cobrar extorsión.

Sin embargo, en el 2019, el gobierno hondureño mandó un batallón permanente del ejército, el cual custodia la entrada y salida de Camasca.

Lo que pasó con la migración de Slow es conocido por los expertos como “efecto cucaracha”: si la fuerza pública ejerce presión en un lugar, los grupos criminales migran a zonas menos vigiladas.

Aunque la presencia del ejército hondureño ha obligado a los pandilleros a bajar su perfil, estos siguen sembrando el terror en los lugares fronterizos entre Honduras y El Salvador.