Los Ángeles – Estadounidenses que se sienten más seguros de su herencia, como inmigrantes recientes y sus hijos, tienden a rechazar ofertas de pruebas de ADN, lo que afecta las bases de datos en el país, reveló hoy un nuevo estudio de la Universidad de Stanford, en California.
El reporte «(Des)interés del consumidor en las pruebas de ascendencia genética: los roles de raza, inmigración y certeza ancestral» encontró que las personas que se sienten más seguras de su herencia son menos propensos a participar en estos exámenes porque creen que ya saben los resultados, aun si los datos que tienen de su ascendencia no son precisos.
La socióloga de la Universidad de Stanford Aliya Saperstein, coautora del estudio, explicó que cuanto más cerca están las personas de la experiencia migrante menos interesados se muestran en tomar una prueba de ADN de ancestros.
«Aquellos que se identificaron como latinos eran los que tenían menos probabilidades de haber tomado una prueba de ascendencia», indicó a Efe Saperstein sobre el estudio, que analizó la información de cerca de 110.000 personas en los Estados Unidos.
El poco interés a esta clase de pruebas también lo experimentan los estadounidenses de origen asiático, independientemente de la cantidad de generaciones que hayan vivido en el país, y podría afectar los resultados de análisis futuros que se realicen en bancos de datos, advirtió Saperstein.
Tanto personas con ascendientes coreanos o chinos entrevistados aseguraron que creían que su ascendencia era 100 % de su país de origen y que «era extremadamente improbable que se mezclaran con otras etnias».
En contraste, el reporte, publicado en la revista científica New Genetics & Society, halló que los estadounidenses cuyos ancestros llegaron al país hace más de cien años tienden a usar más los populares test de ADN, como los afroamericanos, que se identifican así mismos como multirraciales.
Saperstein resaltó que las empresas que promueven las pruebas de ADN se han enfocado en comunidades negras que perdieron el rastro de sus orígenes debido al comercio transatlántico de esclavos.
También en descendientes de inmigrantes europeos que llegaron a finales del siglo XIX y principios del XX.
«A medida que cada generación de inmigrantes europeos se casaba, los vínculos ancestrales específicos se hacían más desconocidos, más lejanos y menos destacados», dijo por su parte Adam Horowitz, coautor del estudio.
En los últimos años, las pruebas de ADN se han vuelto populares en EEUU e, incluso, la información de estos bancos de datos ha sido usada para resolver casos criminales.
En abril del año pasado y tras casi 25 años de búsqueda, las autoridades de California identificaron a Joseph James DeAngelo, de 73 años, como presunto autor de 12 asesinatos en serie y de más de 50 violaciones ocurridos en las décadas de 1970 y 80.
Una familiar de DeAngelo se había hecho la prueba y con esta pista las autoridades lograron dar con el paradero del sospechoso.
También en California, un hombre soltero de 68 años se hizo la prueba y, además de descubrir sus raíces, se enteró de que era padre de una mujer de 40 años que vive en Inglaterra.
El mes pasado, detectives que investigaban un asesinato ocurrido hace 40 años en Portland, Oregón, anunciaron que lograron identificar al autor del crimen gracias a la innovadora tecnología genética basada en árboles genealógicos.
Saperstein sostiene que «es importante que las personas se eduquen sobre lo que pueden y no pueden revelar las pruebas de ascendencia genética».
No obstante, la socióloga resaltó que «sería irónico que las personas que están más seguras de sus ancestros tengan menos probabilidades de estar representadas en estas bases de datos».