Varios tepsianos, nombre relativo a los beneficiados por el TPS (Estatus de Protección Temporal)durante una protesta en los alrededores de la Casa Blanca, en Washington (EE.UU). EFE/Lenin Nolly/Archivo

Los Ángeles – Los amparados por el Estatus de Protección Temporal (TPS) prefieren apostar por una ley independiente que les otorgue la residencia permanente a tener que esperar la aprobación del ambicioso plan de reforma migratoria de presidente Joe Biden, al considerar que la medida es » demasiado buena para ser verdad”.

El proyecto de ley de inmigración planteado por Biden este miércoles pretende legalizar a más de 11 millones de indocumentados dando un trato especial a los “tepesianos”, como se conoce a los beneficiados por este programa, y a los amparados por DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia).

Además, el plan incrementa los recursos para el control de la frontera y la ayuda a América Central para lidiar con las causas de la migración, entre otros aspectos.

“Es demasiado bueno para ser verdad”, dijo sobre la propuesta Julio Pérez, beneficiado por el TPS desde 2001.

El inmigrante salvadoreño, que se integró al movimiento en defensa del TPS y recorrió decenas de estados buscando apoyo de votantes, defiende su postura desde la experiencia que le han dejado los intentos fallidos de reforma migratoria de anteriores administraciones y legisladores.

“Sabemos que es un plan de trabajo, y debe haber una mayoría para aprobarlo, y no tenemos la garantía incluso de todos los demócratas, como pasó con la ley de DACA, cuando dos legisladores demócratas se opusieron, y el esfuerzo se hizo pedazos ”, valoró Pérez.

NO SOMOS EGOÍSTAS

Dora Landaverde concuerda con su compatriota. Esta madre de tres niñas de 14, 9 y 7 años cree que la mejor opción sigue siendo la aprobación de una ley más sencilla que solo los cobije a ellos.

“No somos egoístas. Nosotros estuvimos en la mira de la Administración (de Donald) Trump. Yo iba a tener que dejar a mis tres hijas solas; fue una pesadilla que no quiero vivir otra vez”, subrayó.

Esa presión que hizo entrar a la salvadoreña al activismo y recorrer los pasillos del Congreso buscando apoyo a su causa es la que hace que la inmigrante prefiera seguir con la idea de buscar la aprobación de una ley más sencilla que cubra a los cerca de 400.000 amparados actualmente por el TPS.

“De a poquito en poquito es mejor”, dijo por su parte Magda Avilés, quien tiene el amparo de TPS desde 1999. La hondureña, que carga a sus espaldas una orden de deportación desde hace más de dos décadas, añadió que las esperanzas de una reforma que abarque a todos los 11 millones es muy lejana.

“Nosotros hemos estado vigilados por más de 20 años, y nada de nada. Yo no creo que le den papeles a todos”, añadió.

EMULAR A NACARA

Buscando una vía hacia la residencia permanente de los tepesianos, Pérez lanza una idea que no es para nada descabellada.

El salvadoreño, al igual que otros de sus compañeros, propone que un proyecto de legalización pequeño que los proteja a ellos puede seguir el camino tomado por la Ley de Ajuste para Nicaragüenses y Alivio para Centroamérica (Nacara).

Esa ley de 1997, que abrió el camino a la legalización para personas originarias de Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Cuba, así como a inmigrantes de ciertos países de la desintegrada Unión Soviética, fue aprobada gracias a que fue incluida en el paquete económico de ese año fiscal.

“Uno o varios congresistas deberían arriesgarse a incluir una propuesta de ley que nos cobije a nosotros y que sea incluida en el nuevo paquete de estímulo económico. No se pierde nada. Seguramente ese paquete se va a aprobar. Por qué no darnos la oportunidad de legalizar a tantos trabajadores esenciales que estamos luchando en esta pandemia”, expuso Pérez.

Al respecto, Landaverde reitera que la comunidad TPS no va a dejar el activismo por todos los indocumentados, y que de lograrse cobijar primero a estos inmigrantes el proceso se convertiría en un ejemplo para otras comunidades.

LA LUCHA SIGUE

Pérez y Landaverde, que han hecho parte del activismo de los tepesianos en la costa este, confirmaron a Efe que retomarán los esfuerzos el próximo febrero para ir a la capital estadounidense con sus pedidos.

“No es hora de parar; por el contrario, es nuestra obligación seguir en la lucha y entregar opciones”, concluyó Pérez.

Por su parte, Landaverde asegura estar dispuesta a regresar al Capitolio con su petición.

“Esta campesina salvadoreña va a tocar puertas en paz, como se debe, pidiendo una residencia permanente que nos hemos ganado justamente”, recalcó.